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Un chiste sin gracia

Menuda publicidad para el Caribe hondureño! Allí están los famosos de Supervivientes promocionando las playas paradisíacas con aguas cristalinas en un plató natural donde hay cola de televisiones para grabar lo suyo. Pero a la hora de la verdad, esta semana está diluviando, los concursantes pasan frío y sufren una plaga de pulgas. Como promoción de destino turístico no tiene precio en pleno puente festivo.

Viendo la última gala del programa, sobreviviendo a ella, solo me preguntaba qué demonios hace allí la elegante Carmen Lomana, intentando mantener el tipo y las formas ante un festival de adversidades. Si no es por aquella falta de cash que ya atacó a sus conocidos al principio de la crisis, pues no se entiende. Ella está empeñada en demostrar que es una mujer dura, que igual se sobrepone a la enfermedad de su madre que a los modales de sus compañeros. Antes ha abandonado la dirección de Podemos su amigo Monedero que ella la isla.

En el plató, Jorge Javier Vázquez se esfuerza por llevar la gala al terreno de la comedia. Con un peluche cosido a la solapa y la ironía siempre a punto, busca la sonrisa y el lado alegre de la realidad. Pero el hambre es muy mala y la convivencia nunca es fácil, más aún si los guionistas se esfuerzan por hacer interesante lo que no lo es a base de generar mal rollo. Me gustó cómo define la situación Nacho Vidal, quien paradójicamente gusta poquísimo a las damas de la isla: parece un chiste esto de juntar en una isla privada a un actor porno, un torero y un rockero. Él no le encuentra la gracia y yo tampoco le veo ninguna.

El programa es una superproducción de éxito aquí y en medio mundo. Pero esta edición resulta aburrida y repetitiva hasta decir basta. Tras la reciente saturación de Gran Hermano VIP en todo Telecinco esto es más de lo mismo, cambiando el interior claustrofóbico de la casa de Guadalix por la playa desierta llena de cámaras. Rafi Camino tiene algo de Kiko Rivera y Fortu recuerda un poco a Sandro Rey, salvando las distancias. También hay una periodista del corazón para acompañar a la otra hija de Isabel Pantoja. Muchos parecidos razonables para repetir la fórmula del éxito de audiencia.

«GANDÍA SHORE». Incluso han echado mano de la cantera de Gandía Shore, esos muchachos aguerridos que dan tanto juego encerrados en un chalé como sueltos por la playa. Arturo Torró se disgustó con el programa, pero nadie puede acusar a sus participantes de no pasear con orgullo el nombre de la capital de la Safor por las televisiones. Visto lo visto y a falta de más ediciones, la calidad de la promoción es dudosa pero compensa en precio.

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