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Jesús Civera

El caso Rus no afecta al PPCV

Uno. Lo ha detectado tanto el PPCV como el PSPV. El «caso Rus» -digámoslo así- no afecta al rendimiento electoral del PPCV. Los dos grandes partidos estudian casi a diario el comportamiento de los votantes en estas fechas nerviosas. Y ambos coinciden: ni la suspensión de Rus, ni las grabaciones, ni la expulsión de Alcón, ni los estropicios del señor Benavent, ni Imelsa, ni toda la ensalada junta. No hay erosión. El PPCV no baja ni un solo punto a raíz del «escándalo». Es más. Se observa una recuperación del voto de al menos dos o tres puntos en los dos grandes partidos. Y se observan más cosas, ya desde la perplejidad: la avalancha de papeletas hacia «Valencia en comú», marca desconocida para la mayoría pero a la que las agencias de opinión identifican con Podemos, perturbando los registros.

Dos. Esta campaña es bipolar. Está consumida, desde sus inicios, por un hecho perverso: la distribución en la calle de la mercancía informativa en torno al caso Imelsa. La campaña ha arrancado con ese signo cruel para el PPCV y finalizará a bordo del mismo producto elaborado, vil para unos, angelical para otros. Una crucifixión reglada para Fabra, con EU marcándole los tiempos y cubriéndole de dudas. Es Esquerra Unida quien domina los designios preelectorales. Y es Alfonso Rus quien la protagoniza. Él es la campaña. Dentro de dos décadas, si habitamos aún este paraíso, recordaremos la antesala de las elecciones de 2015 bajo el fulgor opalescente -o la iniquidad taimada- del ex barón provincial caído. Memoria y entretenimiento matrimonian a veces con la nostalgia. Sobre Rus se articula la campaña de 2015, y de ese singular fenómeno deriva, como una migaja, que el debate de los candidatos, el otro día, fuera un canto a la panfilia universal. Y que, en medio del perfume de la parsimonia, sólo Ignacio Blanco lograra conectar con la pulsión de la turbidez, el verdadero estómago de la campaña. ¡Pero cómo no iba a conectar si EU ha bordado estas elecciones con sus iniciales desde el primer amanecer y si hasta el cielo turquesa, el Turia de plata y el sol valenciano -además de los medios políticos y de comunicación- siguen su estela, su agenda y sus pasos! La campaña es bipolar por eso mismo. Hay dos figuras contorneándose sobre un papel. El PPCV, que ha hecho todo lo posible y lo imposible por limpiarse de corrupción, y, una vez inmaculado, la corrupción ha decidido visitarle en sus días más cruciales. Y EU, que ha medido los tiempos para crucificar al PPCV con una exquisitez sádica cuando el PPCV había saltado al ruedo y saludaba al respetable exhibiendo el certificado higiénico que se le exigía. La campaña es un duelo en O.K. Corral.

Tres. El resultado de esa pelea, ay!, constituye un frenesí inocuo. Poco beneficio, por lo que se vislumbra. El «caso Rus», ya está dicho, no hiere al PPCV, que continua por la ruta electoral como si no sucediera nada, y tampoco espolea a EU hacia la esperanza, pues roza el extraparlamentarismo, pese a su labor denunciadora. Por ahí anda el pulso de la calle. Que se dice.

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