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Pugilato político

La política es un combate sucio y marrullero que ya vamos perdiendo mucho antes de que suene la campanilla del primer asalto. A la primera distracción, te derriban sobre la lona: y no te hacen la merced de contar hasta diez, prueba de ello es la forma sumarísima con que han sido apartados de la carrera Rodrigo Rato, Alfonso Rus y, antes, Tomás Gómez (sin tener la oportunidad de corromperse). No es que unas elecciones sean como suele decirse «la fiesta de la democracia», una fiesta es una fiesta, carajo, pero tiene su importancia como sistema de provisión de cargos y formación de mayorías. Las mayorías, mandan: no tanto como los bancos y el Imperio, pero mandan. Así pues, mucho ojo.

Por ejemplo a nuestra paisana Núria Roca le han puesto una multa de 15.000 euros por llamar «choriza sin paliativos» a una choriza no sé si con atenuantes. Si a una señora la pillan en pijama en compañía de su promotor favorito, ¿debemos colegir que estaban resolviendo puzles? Pues igual sí porque resulta que los planes de ordenación urbana al final encajaban al gusto de los integrantes de la fiesta de pijamas. Propongo que a partir de ahora, de los usos correctos del idioma se haga cargo la autoridad competente, lingüística por supuesto: la Real Academia de la Lengua, no solo por las razones que debieran resultar obvias, sino porque nos saldría más barato y, encima, no habremos de aprender que sólo el que manda decide qué significan las palabras.

La izquierda se presenta esta vez muy fragmentada. En la variedad está el gusto, pero si tantas ganaderías y hierros no muestran alguna flexibilidad, paciencia, espíritu negociador y, sobre todo, ausencia de doctrinarismo, lo que nos aguarda a la vuelta de la esquina convertirá a Silvio Berlusconi en un modelo de intelectual comprometido. Las expectativas son buenas, lo nuevo se abre paso, pero no hay más que ver el desgaste de Podemos por el caso Monedero, organizado por quienes se hicieron cargo de los bancos para atracar a los impositores, para saber que no, no mandamos y el árbitro es, como de costumbre, del Madrid.

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