Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Criminal y luminosa

Cuando lean esto, estará a punto de conocerse el ganador de los premios Valencia Negra, un certamen que anda milagrosamente solo, con tres añitos y en una ciudad que ha devorado, sin mayores problemas metabólicos, una Mostra de cine, todas las músicas del Mediterráneo, excepto la que suena en las bodas en el momento de la tarta nupcial, y hasta una televisión completa con sus antenas, pompas, estudios y putones verbeneros. Hay incluso unos duros para alojar a los artistas invitados en el Astoria, para que desayunen en la terraza, novena planta, y se sientan „por un momento„ los dueños de la ciudad, que los verdaderos son los mismos traficantes de solares que hace cincuenta años.

En el principio, fue el crimen (Caín y Abel) y, por tanto, el tabú, la ley. La novela negra ya nació perfecta (a diferencia de otros géneros) con Edgar Allan Poe (aunque el hard boiled americano, hubo de esperar a Raymond Chandler para desplegar todo el poder de la buena literatura). Valencia es una ciudad más desarticulada que otras, pero tampoco la veo más criminal, salvo por las erupciones de bragueta: aquí delegamos en el calvo la tarea de pensar. También yo he participado en algunos actos de Valencia negra: mesas redondas, una plática y todo eso, y observo que la fragmentación de las audiencias, que dicen los sociólogos, alcanza a la literatura criminal.

Ahora, los éxitos editoriales se cuentan por cientos o miles de ejemplares, incluso en castellano. El mallorquín Sebastià Benassar (On mai no creix l´herba), uno de los hombres que más saben del género, aún recuerda que Antoni Serra, con los derechos de L´arqueòloga va somriure abans de morir (hay versión en castellano), pudo liquidar la hipoteca de su casa. Ahora han llegado la calderilla y Narciso, el ensimismamiento y las tribus, la proliferación de los pequeños sellos, el coñazo escandinavo y la consagración en papel del éxito digital (y no al revés: Gil Cheza). Mientras, espero impaciente la última de Fred Vargas: Tiempos glaciales. A ver si refresca un poco.

Compartir el artículo

stats