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El "miracle dels peixets" hizo nacer la procesión del Corpus

Alboraia conmemorará este lunes el «miracle dels peixet»s con la celebración de una misa en la ermita erigida en la desembocadura del Carraixet donde, según una piadosa tradición, se produjo el popular milagro el año 1348, y que hoy se recuerda, documento en piedra, una ermita alzada junto al mar, que lleva el nombre del prodigio.

Extraordinario embajador de la fiesta fue Daniel «l'orchater», él sólo a donde lo inundaba todo del relato, seña de identidad religiosa del pueblo. Recuerdo un lejano año que me llevó a la fiesta, misa en el ermitorio del milagro y después «paella de bou». Más tarde me llevó a visitar todas las ermitas que tienen desplegadas por la huerta de Alboraia, dado que una de las características más curiosas de su término municipal es que hay un montón: la de San Cristóbal, San Agustín y Santa Mónica, Mare de Déu dels Dolors, San Francisco, la de la Masía del Sec, Santa Bárbara, la dels Peixets, la del Crist de les Ànimes, la Virgen del Pilar y Sagrado Corazón de Jesús, si mal no recuerdo y siguen en pie.

La ermita dels Peixets es como una barca blanca varada en la laya vigilando el Carraixet, de muros altos con fachada que quiere seguir el estilo gótico, ésta levantada en 1901 y heredera de otros edificios anteriores más pequeños. En su interior hay un gran retablo cerámico que cuenta gráficamente lo ocurrido en aquel lugar en el momento en que los peces „respecto al número ha habido siempre polémica sobre si son 3 (Alboraia) o 2 (Almàssera)„ saltan del agua y depositan en el copón que lleva el sacerdote las Sagradas Formas que perdiera en el barranco del Carraixet en su camino de viático a Almàssera. La ermita sigue en pie, pero en los años 60 del pasado siglo estuvo a punto de desaparecer, con la construcción de la A-7.

Un traductor e intérprete de la realidad histórica, experto en antropología y cuestiones religiosas, seguro que nos diría que cada ermitorio, o la abundancia de ellos, nos estarían remitiendo a antiguas mezquitas árabes cristianizadas con la conquista jaimina en el XIII o tras la expulsión de los moriscos en el XVII. Los valencianos de religión musulmana siguieron la costumbre de tener de tener cerca de sus huertos una mezquita para a las horas de oración acudir a ella y no perder mucho tiempo desplazándose. Buen ejemplo de esta proliferación de lugares religiosos en pleno campo lo he podido ver recorriendo Omán o Túnez. De lo que cabe concluir lo muy islámica que fue la población en su tiempo.

La Iglesia para contrarrestar la fuerte fe en Mahoma potenció la fe y devoción en las imágenes de Cristos y la Eucaristía, de ahí que una de las fiestas tradicionalmente más populares en Alboraya sea la dels Peixets, un milagro eucarístico, gracias al cual la ciudad de Valencia inició su solemnial e general processó de Corpore Christi, pues el obispo Huc de Fenollet se aprovechó del acontecimiento para reanimar la deteriorada vida diocesana de su tiempo.

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