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Gente normal

Cuando el señor del Ocaso llamaba a la puerta de mi abuela Teresa, ella siempre se giraba y, mirando hacia dentro exclamaba: «¡Faustino (a mi abuelo), ha venido el de los muertos!» A lo que el señor del Ocaso, resignado, contestaba: «el de los vivos, señora, el de vivos». Siempre se ha dicho que la frontera entre el mundo de los vivos y el de los muertos es, en ocasiones, imperceptible. Hay muertos que están muy vivos y cadáveres andantes. Yo añadiría que, en política, un poco más. En apenas 24 horas, todo un sistema de creencias, valores, y patrones de comportamiento se ha venido abajo como un castillo de arena. Las señales, como siempre, se muestran antes. Pero los valencianos, escépticos y cachondos por igual, nunca acabamos de darle la credibilidad que se merece y además lo hacemos con humor, que todo el mundo sabe que es el mejor escudo ante las decepciones.

Ayer, una compañera decía que le daba la sensación de que había ganado la «gente normal». Le animé a que se explicara y me respondió: «Ya sabes, gente que lleva a su nieta a la guardería, que compra en el mercado y cosas que hacemos nosotros también. Gente normal como tú y como yo». Y me vinieron a la mente los acordes Common People, de Pulp, magníficamente versioneada por Manel: «quiero vivir como la gente corriente, quiero hacer lo que haga la gente corriente». ¿En qué momento dejó la sociedad de percibir que el PP ya no era, mayoritariamente como ella, gente corriente o gente normal? Quizás ha sido el hartazgo por una corrupción generalizada díficil de digerir; o la crisis que mantiene en un ay a miles de valencianos. O simplemente y tan sencillo no haber encontrado a nadie al otro lado de la puerta cuando se les necesitaba de verdad en momentos de dolor. No hablo de los alcaldes o concejales de pueblo, a quienes „lo hayan hecho bien o mal„ les sobran oídos y horas de escucha. Hablo de los que solo conocen el mundo a través de los opacos cristales de un coche, sin oler, saborear, tocar la ciudad y sentir lo bueno pero también lo malo que están viviendo sus iguales. La verdad de lo que pasa. La verdad de lo que quiere la gente normal.

Recuerdo el día después de que M.ª José Català ganara en Torrent por mayoría absoluta en 2007. Estaba tomándome un café con ella para un reportaje para el periódico en un bar en la plaza Major y nos acompañaba su futuro edil de Urbanismo, Santiago Martí. Pasaba la gente, gente normal „jóvenes, mayores„nos interrumpían sin cesar y les decían: «no nos falléis., por favor, no nos falléis». Ellos eran, en ese momento, el aire fresco. Lo nuevo. Lo diferente. Y creo que es eso. Ése es el secreto. Ser tan nuevo y tan revolucionariamente diferente como la gente normal.

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