La detención del delegado del Gobierno proporciona sin lugar a dudas uno de los titulares más llamativos de las últimas semanas. Y van... Ahora bien, ¿de verdad puede considerarse una sorpresa total su caída después de que lleve meses bajo el escrutinio de la Fiscalía Anticorrupción por asuntos que Levante-EMV ha detallado con pelos y señales? La gestión de Serafín Castellano lleva mucho tiempo bajo sospecha. Incluso cuando Alberto Fabra se vio obligado a destituirle como secretario general del partido y Mariano Rajoy le nombró como su máximo representante en estas tierras. Lo cual viene a poner en cuestión una vez más „y van...„ el compromiso real del PP en la lucha contra la corrupción en sus filas. El Gobierno no puede, por eso, llamarse andana como hizo ayer la portavoz y vicepresidenta Sáenz de Santamaría con una mentirijilla de matices para salvar su responsabilidad: el Ejecutivo no ha tomado una decisión cuando ha conocido de acciones judiciales, puesto que éstas, las de Anticorrupción, ya se conocían desde hace meses sin que adoptara ninguna iniciativa. Por cierto, ayer resultaba también bastante patético observar los ímprobos esfuerzos de otra portavoz, la del Consell, María José Català, por eludir a toda costa su valoración, alegando que comparecía en nombre del Ejecutivo y no del partido; una distinción que ignora reiteradamente cuando le interesa. Pero ayer no era el día, al parecer.
