Eustaquio, sin apellido, vecino de Pozuelo, 91 años, un militante socialista anónimo e histórico, irrumpió el sábado pasado en la sede del PSOE en Ferraz mientras se reunía el Comité Federal poselectoral. Eustaquio, visiblemente alterado, se había escapado de casa, sin que su familia lo supiera. Quería hablar con el secretario general, Pedro Sánchez, para «impedir que pacte con la derecha». Lo había oído en la radio.
En 1924, cuando Eustaquio nació, se fundaba la Compañía Telefónica de España y Juan de la Cierva hacía pruebas con su autogiro. España vivía bajo la dictadura de Primo de Rivera, con Alfonso XIII sentado en el trono y el PSOE fracturado por su posición respecto al gobierno golpista. Luego llegarían la dictablanda, la II República, la Guerra Civil, la posguerra, la II Guerra Mundial, la dictadura „larguísima, casi eterna„ de Franco, la monarquía parlamentaria, el primer gobierno de centro, el primer gobierno socialista, el primer gobierno del PP, la alternancia bipartidista, la abdicación del rey Juan Carlos, etc, etc, etc. Ya saben, la historia reciente de España. Eustaquio fue testigo. Pedro Sánchez no, él nació en 1972. Pero escuchó a Eustaquio, que representa a los socialistas de toda la vida y quizá no sabe de mareas, pero votó cambio igual que los más jóvenes. Le tranquilizó. Y Eustaquio durmió mejor esa noche. Ojo avizor, quizá, pero mejor.
