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Descastados

Con motivo de la emisión por parte de TVE de una corrida de toros este pasado domingo las redes volvieron a rugir/mugir con fuerza. No en vano hay quien dice que los toros (o, para ser más exacto, la tortura de reses descastadas y con astas afeitadas en plazas) es uno de esos temas que dividen a la sociedad en partes iguales y que hacen aflorar las dos españas.

La verdad es que no fue así: con un 9,3% de cuota de pantalla y 1,3 puntos menos de share que la última corrida emitida en la cadena estatal (allá por 2013) resulta innegable que la tauromaquia interesa en general muy poco.

La fiesta nacional (sic) es una excepción a la regla general: si una persona le hiciera a un perro (o a un gato o a un cerdo) la mitad de lo que un torero perpetra a una res en la plaza sería condenado a prisión.

Por su carácter marginal, la emisión de una corrida de toros en la televisión pública con la coartada del carácter benéfico de la misma resulta todavía más obsceno, pero en nuestra querida televisión todo es susceptible de empeorar.

Y así, de forma inexplicable, este lunes volvimos a tener una dosis de Buruaga y su programita infame. Si en su estreno de la semana pasada este vocero sin complejos ya dejó claro que bajaría el listón intelectual sin disimulo, en esta segunda entrega el desastre fue evidente gracias a colaboradores como Chani (!) López Henares y el inefable Alfonso Rojo, personajes que, como la tortura animal legalizada, no deberían tener cabida en espacios públicos.

La degradación de este gobierno se extiende sin prisa pero sin pausa por una televisión pública que se desangra mientras espera la irremediable estocada final.

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