A 72 horas de abrirse los colegios electorales, la coordinadora general del pepé, Isabel Bonig, vaticinó que el 24M «no habrá sorpresas» y que la victoria del partido «será épica». Nueve días después del cierre, una delegación encabezada por la pitonisa y por los presidentes de las tres provincias acudieron a Madrid para despachar con Floriano y Arenas. Comparando ambos viajes, no es fácil precisar cuál ha debido ser más duro. Si hay alguien experto en lo que acaba de sucederle a la formación, ése es el hoy vicesecretario general de Política Autonómica y reincidente flamenco en reveses que, en ná y menos, vuelve a encontrar acomodo en el organigrama. Es de suponer que uno de los aspectos de mayor interés para los expedicionarios de los cuatro puntos cardinales que están yendo a retratarse estriba es descubrir algún día cómo se las maravilla Arenas para mantenerse a la siniestra del jefe de la estirpe con la trayectoria que acumula. Registrado que lo sucedido por estos pagos no tiene la menor importacia, junto a su embajada estuvieron los representantes insulares, lo cual es de una coherencia plena dado que la embarcación con Fabra al timón ha sido para Génova eso, una isla. Y, como era de esperar, los que fueron tampoco es que salieran en su auxilio. Sin señalar, lo primero que trasladaron es que no se puede repetir el dedazo a la hora de elegir al capitán de navío ya que cada militante ha de ser un voto, puesto que es perentoria la democratización interna. Cuidado. Con el tiempo que llevan conduciéndose como se conducen y defendiéndolo como lo defienden, a ver si van a resultar irreconocibles. No creo, porque les han dicho a los de aquí que lo ocurrido se estudiará si acaso el mes que viene. A este ritmo, el triunfo en las generales, más que épico, puede ser glorioso. Porque lo otro, ni mentarlo. Dimitir, para ellos, es un nombre ruso.
