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Remedios mágicos

Tras consultar varias encuestas, he comprobado que el estamento sanitario goza de buena reputación. Y de manera constante, sin que importe si hay crisis o grandes promociones inmobiliarias. Seguro que hacen bien su trabajo: estamos muy agradecidos de que cuiden de nuestro pellejo. Sin embargo, hay gente que está contra las vacunas, como hay testigos de Jehová que se oponen a las transfusiones o combatientes suicidas que revientan con su carga de dinamita convencidos de que es lo mejor que pueden hacer por la salud (de su alma). El caso del niño con difteria ha puesto estas cuestiones sobre la mesa y por si se me olvida, ahí está mi amigo Manuel, militante contra las llamadas ciencias falsas, que me recomienda el libro El arte de vender mierda.

Me lo he comprado. Es del biólogo valenciano Fernando Cervera y lo edita Laetoli, el sello que acometió la publicación de las obras de Charles Darwin. El niño con difteria está siendo tratado con anticuerpos de algún laboratorio ruso que tal vez prepare vacunas por un tubo y armas biológicas por el otro. Es lo que tiene la técnica: espadas y arados. No sólo, como decía Arthur C. Clarke, una ciencia lo bastante adelantada no se podría distinguir de la magia, es que no hay ciencia sin mitología. La nuestra es la de Prometeo, el que le robó el fuego a los dioses y sopló en el oído de Einstein la ecuación masa/energía. Prometeo confiaba en que hiciéramos un uso crecientemente más fino del fuego, que también es la certeza de la ciencia de que sus errores serán decrecientes.

Volviendo a la salud, una visión amplia ayuda a ver mejor las vías convergentes (siempre que no se pierda de vista el objeto). La única vez que usé la homeopatía funcionó, pero no estoy convencido de la bondad de magnetismos, péndulos o reikis, aunque en casos desesperados, metemos la estampita de la Virgen bajo la almohada o frotamos la llaga con agua bendita. Curiosidad, alegría y buenos alimentos son terapias efectivas y preventivas. Y evitar el exceso de higiene: hay que negociar con las bacterias o te asaltarán de improviso, ellas siempre ganan.

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