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La cuña turística

El pasado 10 de mayo, Ximo Puig llegó lanzado en plena campaña a Benidorm donde aseguró que no sólo crearía una conselleria única de turismo, sino que la misma tendría su sede en la ciudad que pisaba para lo cual contaba con edificio y todo. Una vez prorrateado el Consell, evidentemente conselleria única no hay, por lo que el resto está por ver. Según los indicios, todo parece indicar que en este apartado el molt recurrirá al modelo Zaplana, con perdón. Es decir, a una Agencia Valenciana de Turismo con rango de capitanía general. El que elevó a la máxima categoría el departamento, agárrense, fue Camps. Y sus conselleras, Milagrosa y Angélica Such por lo que, claro, a veces es peor el remedio que la enfermedad. Testigos de aquel arrebato en el mes de la flores fueron el presidente de Hosbec, Toni Mayor y, el de Servigroup, José María Caballé, que asistieron encandilados al exorcismo tras los designios de Fabra que para ellos había sido un horror. También asistió de cuerpo presente sin saberlo el alcalde Agustín Navarro, que hasta entonces no había mostrado interés alguno en asociar su imagen a la del candidato de su partido a la Generalitat. El hecho de que el municipio haya vuelto a manos del pepé debería representar un aliciente para Puig a la hora de cumplir con la segunda parte de la promesa metiendo una cuña de paso. Se habla de Colomer para ponerse al frente del barco que aporta más de un 12 % del pib autonómico. Cuesta verlo amarrado en Benidorm, aunque en el trasfondo del pintoresco contrato por días para presidir las Corts igual estaba el habituarse a mover el body. En la Costa del Azahar no se encajaría probablemente del todo bien que el exalcalde de Benicàssim acabara de boya turística en la capital de la Costa Blanca y los arietes de ésta no saben si, llegado el caso, algo así vertebra o descoyunta.

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