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¿Qué es «no»?

Algunos se preguntan qué han querido decir los griegos con el no. Sin embargo la respuesta es clara: no es no. Se trata de la primera cosa que aprende a decir un bebé humano, dando berridos de muerte que dejan atónitos a los padres, y les llevan a pensar (aunque no lo verbalicen así) ¿qué le pasa al maldito niño? Le pasa que tiene hambre, o que le duele algo y se niega a aceptar el dolor, o tiene frío o calor, o no le gusta la postura en el cuna, o quiere más cariño, o un poco de todo. En una situación así, hay padres para todos los gustos. Los hay que le dan al bebé todo lo que pide, otros sólo lo justo, para no malcriarlo (suele ser la mejor receta), y algunos lo dejan que llore hasta que reviente. No sabemos qué clase de madre será con Grecia la señora Merkel, pero los modos que apunta no auguran nada bueno. Hollande parece más permisivo, pero él no tiene la leche.

La crisis de veras. Pase lo que pase en la negociación entre Grecia y la UE, esta crisis de la Unión está poniendo de manifiesto, si es que no lo estaba ya, que el modelo político de Europa es muy frágil, y la debilita de forma extraordinaria. Cuando Alicia se queja de que el sofista ovoide Humpty Dumpty use las palabras a su antojo, variando su significado, éste le responde que lo que importa no es lo que significan las palabras, sino saber quién manda. ¿Quién manda en Europa? ¿Juncker, presidente de la Comisión?, ¿Draghi, presidente del Banco Central?, ¿Angela Merkel?, ¿la troika?, ¿todos ellos a la vez y, por tanto, ninguno? El éxito en la gestión de cualquier clase de crisis, sea la de una empresa, un país o un equipo de fútbol, tiene como premisa saber quién manda en la entidad. Si no se sabe, la crisis ya es de otra naturaleza: es política.

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