Es común en el mundo anglosajón leer el currículo de importantes políticos y ejecutivos y encontrarnos que la base primaria de su formación ha sido la filosofía o la historia del arte. Por otra parte, suelen ser los poetas los que son capaces de decir lo mucho con muy pocas palabras. Antonio Machado con Manuel Azaña, habla de la defensa de los valores morales y la importancia del «humano tesoro de la conciencia vigilante». Lógicamente se refieren a la conciencia colectiva y a la importancia de la escuela para despertar juntos y ser modernos y demócratas pero no revolucionarios.

Acudir y poner en práctica las enseñanzas de nuestros maestros y pensadores no debe ser tarea fácil si revisamos lo que ha ocurrido en la Comunitat Valenciana en estos últimos 35 años. Sin embargo, no se puede negar la actualidad de su pensamiento y su importancia para abordar los retos que tenemos en una sociedad cambiante y mal acostumbrada.

Después de las pasadas elecciones parece unánime el criterio que es urgente despertar. Santo Tomás afirmaba que es necesario un mínimo de condiciones económicas para el ejercicio de la virtud. Si queremos que en la Comunitat Valenciana no exista riesgo de exclusión social y que las condiciones económicas no sean precarias y pasajeras, es necesario, entre otras cosas, una acertada política industrial y un incremento decidido de la exportación.

Hoy el buen paño en el arca ya no se vende. Las fórmulas de comercialización, los productos, la imagen de marca, la financiación y los servicios hay que hacerlos accesibles al consumidor final allá donde esté y, además, hay que invertir en la perseverancia.

Independientemente del trayecto recorrido, hay que despertar también a la moderna economía. El bienestar al que muchos están acostumbrados no casa muy bien con el esfuerzo y las renuncias necesarias para estar en un mercado dinámico y globalizado. También este despertar hay que enseñarlo desde la escuela.

La Comunitat Valenciana tiene hoy grandes valores dormidos. Nos toca poner el despertador.