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Julio Monreal

Todos a menos de 50

Las distintas asociaciones valencianas de cazarradades están de enhorabuena. El ayuntamiento de la capital ha decidido poner toda la carne en el asador y meter en cintura a los conductores a golpe de radar y foto a todo el que se pase de la velocidad permitida, 50 kilómetros por hora en la ciudad. Los concejales de Tráfico y Policía han demostrado que son valientes y están dispuestos a aguantar el tipo. Sus predecesores del Partido Popular tuvieron que frenar la actividad del coche que regaló al ayuntamiento la Dirección General de Tráfico y que cada mañana, después de que almorzaran sus operarios, cubría parte del déficit municipal a la salida del túnel de Hermanos Machado.

Después de haber acusado a los gestores del tráfico en la era Barberá de actuar con afán recaudatorio, los nuevos ediles Sandra Gómez y Giuseppe Grezzi justifican su medida en la necesidad de mejorar la seguridad vial, de lograr para la ciudad el título de «libre de accidentes mortales» y de rebajar la velocidad del tráfico y han elegido la disciplina, como la que impartía el edil de Compromís a la exalcaldesa en aquella grotesta camiseta que él se hizo imprimir. Y alegan que harán pública cada día la ubicación de los radares en internet, lo que concentrará las multas por exceso de velocidad en la población que no sabe usar esa herramienta, decenas de miles de personas mayores, aunque a los ediles de Tráfico y Policía les parezca mentira.

A uno siempre le ha sonado contraproducente la publicación de la ubicación de los radares, ya que si están previstos para sancionar a los que burlan la norma no hay porqué avisarles. Además, no tiene sentido que se difundan los puntos de vigilancia pero que a la vez se sancione a quien da una ráfaga de luces para avisar de un control de la Guardia Civil.

Esta fiebre a favor del radar pasará, irá desvaneciéndose a medida que avance el mandato municipal. Las corporaciones siempre arrancan dando cera y acaban como lindos gatitos.

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