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Como era de esperar las parrillas no consiguen que mi cabeza preste atención a los productos low cost que inundan el panorama televisivo vacacional. Así que últimamente el aparato encendido se limita a invitar a unos cuantos mosquitos a mi salón y hacerme compañía, a la tele la oigo pero no la escucho. Mientras, noto el sufrimiento de las articulaciones de mis dedos que se deslizan arriba y abajo sin cesar en la pantalla de mi smartphone donde encuentro contenidos interesantes y otros que invitan a la reflexión sobre si somos aquello que colgamos en Facebook. Os hablo de ese reality en directo que cada año se instala en las redes sociales y en la que los ciberamigos, los que conocemos y los que no, retransmiten día a día las estampas costumbristas con las que dar a conocer a todo el mundo lo bien que se lo están pasando.

Imágenes a menudo completamente innecesarias y acompañadas de textos con menos contenido que un informativo en pleno mes de agosto.

Lo de los padres orgullosos mostrando lo guapos que son sus hijos tiene un pase y aunque las criaturas no tienen la culpa, ese es el amor más grande del mundo, sus retratos son alegría y los de mascotas también. Pero cuando entramos en el terreno del gin-tonic y el mojito la cosa se ensucia y mucho en el muro de las publicaciones. La presunta envidia que se pretende generar mostrando copas llenas en esa oda al alcohol de alta graduación, se convierte en hastío cuando encima aparecen de la mano de comentarios tan profundos del tipo «Aquí estamos sufriendo, qué bien vivimos», o lo que es más simple «Buenísimo el mojito en buena compañía»€

El mismo cansancio debo extender a las fotos omnipresentes de paellas y otras proezas culinarias acompañadas de fanta, mal retratadas a 30 grados y muy poco apetecibles, al menos a la vista. Precisamente la hiperexhibición de paisajes idílicos resulta más soportable, eso sí, sin filtros engañosos y siempre que no contengan la muletilla «espectaculares vistas» que consigue el efecto contrario al me gusta y crea en mi mente un pulgar imaginario que mira hacia abajo€

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