Estamos teniendo un verano tórrido en una buena parte de España y parece que se nos acaban los adjetivos para calificarlo. Quiero centrarme especialmente en la temperatura que está alcanzando el Mar Mediterráneo. Normalmente es en septiembre cuando se suelen alcanzar temperaturas que cada año se van acercando más a los 30ºC. Por una cuestión de distinto calor específico del agua y la tierra, y por pura inercia térmica no es en los meses más calurosos del año cuando se alcanzan los valores más altos del agua sino con un retraso de uno o dos meses. No obstante, este año, a finales de julio, debido a la persistencia de la dorsal sahariana sobre nosotros desde finales de junio los valores ya son extremadamente altos y rondan los 28ºC e incluso los 30ºC. Como se supone que ese retraso en el caldeamiento del mar con respecto a la tierra también se va a producir este año, no sabemos a dónde puede llegar la temperatura del mar a finales de agosto o principios de septiembre, cuando se supone más alta, porque puede batir records de registros o puede detener su ascenso por cambios en los patrones atmosféricos. No obstante, no hay que insistir en que un mar caliente va a dar seguro una gota fría espantosa y espectacular a finales de verano o en otoño porque a esa temperatura se han de unir la componente marítima de los vientos y el paso de vaguadas o depresiones de aire frío en altitud, todo a la vez, y porque a veces no importa la temperatura del mar que tienes en tu propio litoral sino la que tiene la zona marítima desde donde te vienen los vientos cargados de humedad. Como se ha dicho muchas veces, en 2003 la temperatura del mar estuvo muy alta y no por eso se dieron muchas lluvias torrenciales en le mediterráneo español. Lo que no sabemos es qué puede pasar es si en estos días de plena canícula nos atraviesa una vaguada de aire frío en altitud más propia de finales de agosto, coincidiendo con vientos marítimos, pero parece claro que puede dar lugar a tormentas muy fuertes, que no estarán tan organizadas ni serán tan extensas como las del otoño pero que tampoco serán las típicamente aisladas de esta época, es una situación un poco mixta que nos tiene en vilo. Por otra parte, que nadie olvide que estas tormentas también pueden ir contribuyendo a liberar parte de esa energía acumulada que puede ser más destructiva en otoño e incluso a frenar un poco el ascenso de la temperatura del mar.

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