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La hoguera

Carlos: «No soy muy partidario de las catarsis colectivas ni de los grandes gestos de purificación en clave festiva. Por eso nunca he quemado mis apuntes en la hoguera de San Juan ni he participado en fiestas con las que despedir solterías o decir adiós a una carrera. Una vez asistí a una queimada y me sentó tan mal que estuve un fin de semana postrado en la cama. Pero he llegado a una edad, los 40, en la que a veces se hacen cosas que prometiste no hacer. Con condiciones: mi hoguera será en solitario y sus llamas sólo existirán en mi imaginación. Sólo arderán en ellas los errores que aún no he conseguido olvidar, los fracasos que no han dejado de sangrar, las decepciones cuyas secuelas aún me recuerdan el daño que causaron. No vale engañarse, no se admiten las trampas defensivas con las que nos mentimos para intentar convencernos de que las heridas están curadas. Tampoco vale pensar que porque te rías de algo ya estás vacunado. Para que el fuego tenga efectos reales y válidos hay que ser salvajemente sincero. En esa hoguera no sólo tienen cabida los errores cometidos de forma consciente voluntaria sino también los inconscientes, los motivados por la inmadurez o la falta de experiencia, incluso los que llegan como defensa de ataques ajenos. Y también arderán todas las disculpas que pediste de forma sincera por haber hecho daño sin pretenderlo a personas que luego no han entendido o no han querido entender tus sinrazones, quedándose en propiedad rencores que ya sólo pueden ser tóxicos para ellas. Hay hogueras para todo el material de derribo que has acumulado, así que puedes tirar en ellas los sueños que acabaron desvelando su verdadera cara y acabaron siendo una patraña, y todos aquellos sentimientos en los que invertiste más energías e ilusiones de las que merecían. Y, finalmente, al fuego irán los restos de humillaciones y envidias y frustraciones. Con toda la ceniza puede llenar unas cuantas bolsas y llevarlas al vertedero de la memoria para reciclarlas y convertirlas en combustible para la vida que se avecina, limpia y libre de hipotecas».

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