Por extraño que pueda parecer, nuestro entorno climático es muy rico en variabilidad climática. Así, incluso en la época en la que el clima mediterráneo da por definición el tiempo más soleado y caluroso podemos encontrar matices interesantes y dignos de estudio, como el caso de las tormentas de verano, sobre las que vamos a hablar en todas sus vertientes durante los próximos comentarios de este mes.

De todas las tormentas de verano, las de interior son las que menos inestabilidad en capas altas requieren, sobre todo en las comarcas del interior de Castelló. Generalizando un poco, la razón por la que crecen estas nubes de desarrollo vertical es lo que se conoce como «convección», que no es más que el calentamiento del suelo hasta temperaturas que permiten el ascenso de la masa de aire cálido y húmedo en superficie, por ser menos pesado que el aire más frío y seco que la sobrevuela. Como en tantas otras situaciones, la orografía juega un papel fundamental en este proceso por varias razones, la primera es que la zona de interior donde se forman las tormentas típicamente se encuentra a una altura cercana a los 800-1.000 metros, esto implica que el contraste de temperatura con las capas más altas de la atmósfera sea mayor respecto a las zonas de litoral a igualdad de condiciones. La segunda razón es que favorece la convergencia entre los vientos de brisa provenientes del Mediterráneo y los vientos terrales del interior de la península. Como no hay forma física en la naturaleza de acumular una masa de aire en un punto fijo, se puede decir que este fenómeno de convergencia también ayuda al ascenso de grandes burbujas de aire húmedo y, por lo tanto, al crecimiento de nubes. Estas dos peculiaridades son básicamente las responsables del crecimiento y evolución posterior de las tormentas de interior y nos pueden ayudar a entender por qué casi nunca llegan hasta el litoral.

En situaciones poco comunes, como las vividas los días pasados, en las que nos cruza una zona de inestabilidad en capas altas, podemos encontrar como las tormentas crecen con mucha más facilidad allí donde las condiciones en superficie muestran mayores temperaturas y humedades, es decir, cerca del mar. Donde las acumulaciones de lluvia pueden ser mayores debido a la proximidad de la fuente de lluvia y dada la capacidad de recarga de los sistemas tormentosos que se pueden formar. En próximos capítulos abordaremos el movimiento de las tormentas una vez se han formado y el porqué de su caprichoso comportamiento.

info@avamet.org