Los frailes del colegio se esmeraban mucho en quehabláramos y escribiéramos correctamente el castellano. Y, sobre todo, nada de tacos o palabras malsonantes. Esto nos diferenciaba, según ellos, de las clases populares. Debíamos estar orgullosos, decían, de pertenecer a la clase media.

Ha pasado el tiempo y el lenguaje de la derecha ha cambiado un montón. Escuchando a los protagonistas del caso Púnica, no parecen ser de derechas. El «me toco los huevos» o «me la suda» son frases habituales de esos hombres adinerados y corruptos. ¿Será la corrupción lo que les encanalla?

Lo cierto es que la derecha ha perdido no solo la vergüenza, sino también la corrección gramatical de sus mayores e incluso se jactan de hablar mal. Por ahí va a perder el Partido Popular un montón de sus votantes tradicionales, de gentes que dan importancia a las formas como modo de identidad grupal.

No sé a quienes se dirigen los púnicos con sus frases malsonantes. Yo pienso que es una chulería sobreañadida a su estilo, como diciendo: «A mí no me van a coger». Pues ya veremos si se libran aunque tengan jueces favorables.