Si la semana pasada explicamos los mecanismos por los que desarrollan las tormentas en verano y porque suelen ser fenómenos ligados exclusivamente a las comarcas de interior, en este comentario nos vamos a centrar en aquello que ocurre en cuanto a su movimiento una vez conformadas.

Una vez establecidas las tormentas hay 2 tipos básicos de desplazamiento, que se pueden clasificar en función de las capas de la atmósfera que intervienen: propagación a niveles bajos hacia las zonas más cálidas y húmedas por una parte, y por otra traslación en la dirección en la que apunta el flujo de viento rector, que se suele situar en capas medias, unos 700 hPa. En nuestro entorno dichos movimientos, suelen tener dirección de componente Oeste y se pueden combinar en función del tipo de tormenta que se trate y su nivel de organización y tamaño, de menos a más encontramos, básicamente: Tormenta unicelular, multicelular, supercélula, sistema convectivo en mesoescala y complejo convectivo en mesoescala „uno como éste provocó las lluvias de la Pantanada de Tous del año 82„.

No obstante, en verano las condiciones en altura sólo suelen permitir que se desarrollen los 3 primeros tipos, predominando las tormentas unicelulares, que nacen, avanzan unos pocos kilometros y mueren al cabo de unos minutos, para que una tormenta pueda llegar al prelitoral o litoral debe tener un ciclo de vida más largo y con un grado de organización en las corrientes de alimentación de la tormenta que permitan que la bajada de la Meseta no sea un paso fatal. La razón de que la influencia marítima sea durante las horas diurnas un factor de inhibición de las tormentas en las zonas de llanura litoral es porque la propia célula de brisa y la nubosidad de tipo bajo que arrastra implica que la temperatura en superficie sea comparativamente más fría que en el lugar de donde proviene la tormenta, por lo tanto se puede decir que el «combustible» para alimentar la tormenta ya no es el mismo. Si a esto le añadimos que la célula de brisa tiene una circulación de vientos propia y que tiende a asociarse a atmósferas de tipo estable, ya que el viento a partir de cierta altura no mucho mayor que 1000-1200 metros es de poniente, tenemos la explicación a que la mayor parte de las tormentas de verano pierden toda o casi toda su actividad al bajar de la Meseta, se puede decir que el «combustible» existente en el litoral y prelitoral no es compatible para estas tormentas; ya que fuera de la Meseta Mediterráneo funciona como «foco frío» y estable para estos sistemas.

Pese a ello sí que hay veces que con ligera inestabilidad en altura las tormentas son capaces de llegar hasta el litoral, en el próximo comentario analizaremos porqué.