Cada viaje somatiza nuestros problemas psíquicos. Por eso dista mucho el típico veraneo en Benidorm de una intrépida ruta mochilera. En los viajes externos se huye de la rutina y la monotonía. Uno se aloja en hoteles, apartamentos u hostales. El viaje interior busca un destino sin meta, introspectivo, sanador. Y uno se refugia en sí mismo. Hoy me interesa el viaje turístico, habitual entre los mortales en tiempo de holganza. Les explicaré este amplio abanico de somas a partir de varios itinerarios de mis amistades. Usted se identificará con alguno, seguro. Una amiga de Picassent -llamémosla Amparo Campillo- dispone de un coqueto apartamento en primera línea de Cullera. Pero vacaciona en Xàbia, menos garrula -a su juicio- y más glamurosa. Allí almuerza sushi mientras paga a quien la abanica cuando se broncea, estampa idílica -dice su soma- por eso de que te sirvan esta gastronomía pija a tres metros del mar. Todo ambientando de un blanco impoluto, pues, si uno fanfarronea, mejor hacerlo en armonía poética (o cosmética, ahora no caigo). La antípoda de Amparo es Pilar Pardo, estos días en la ruta romántica de Alemania. Antes me wasapea su desayuno junto al lago de Como, en Italia, paisaje bucólico sin parangón. La semana anterior merendó en la cafetería Kant, en Sankt Gallen, Suiza. Allá ustedes, pero una mujer que valora la filosofía en verano me parece sumamente sabia e interesante. Sin apartamento en la playa, cada estío huye de destinos masificados. Y me envía una hermosa postal que luego cuelgo en mi despacho. Así es Pilar. El recurrido camino de Santiago es otro itinerario manido. Familiares, amigos, vecinos, todos acuden a él metafísicamente. Ahí se entremezcla una disparidad de viajeros raros. Los que menos buscan espiritualidad. La mayoría recorre la ruta por eso de practicar deporte, sudar como marranos, dormir y comer en la posada de turno en una suerte de grotesca «comunión» peregrina que les permite disfrutar de la naturaleza. Cada itinerario simboliza un espectro mental. No seré yo quien juzgue sobre uno u otro. Quede claro que soy de viajar poco geográficamente. Ahora bien: ahonde en este asunto y descubrirá que los itinerarios somáticos manifiestan -o no- la riqueza vital, cerebral y emocional de cada sujeto. Anótese las conclusiones. Y recorra usted sus propios itinerarios.