En tiempos de fuerte crisis y pesimismo, ver a un grupo de personas de todos los países del Mediterráneo compartiendo discusiones supone un soplo de aire fresco en el ambiente de un verano muy pesado en Albania. En Tirana la gente comenta que hace años que no tienen temperaturas tan altas. Los mediterráneos, en este encuentro de Tirana, nos miramos a la cara sabiendo que el mar nos arde por todas partes. En nuestro caso no es metáfora.

Escuchamos testimonios de Grecia y Siria. Las palabras de los compañeros de estos países han llenado de emoción el foro de Tirana. El representante de la ciudad siria de Alepo en la reunión dice que es el «círculo del infierno», entre bombas, muertes de civiles. También los compañeros griegos han descrito en primera persona el impacto de la catástrofe económica griega.

La cuestión mediterránea ha sido sistemáticamente ignorada en la estructuración política internacional. Es justamente el fracaso del llamado proceso de Barcelona lo que hace imperativa la necesidad de construir una interlocución ciudadana representativa de nuestra área.

El concepto de ciudadanía, tan presente en las nuevas propuestas políticas y sociales presenta aún dificultades de definición práctica para millones de personas: la marginalización de las nuevas generaciones de la vida económica y la aparición de inmensas bolsas de pobreza está dejando sin derechos a muchos. La desafección política, por otra parte, prepara los caminos para peligros que ya se presentan en el horizonte: la extrema derecha cuenta con un apoyo nada despreciable especialmente en algunos países del Mediterráneo norte, como Francia o Grecia, en donde cuentan incluso con estructuración política consistente.

Miles de emigrantes ahogados en el Mediterráneo, miles de muertos en la guerra de Siria, miles de afectados por una crisis económica voraz que ha destruido a buena parte de una clase media incipiente€Son evidencias de que la política tradicional deja sustanciales temas pendientes. Son cuestiones tan capitales que no pueden ser resueltas directamente por los ciudadanos . Pero sí son ellos los que han de presionar e intensificar la voz de alarma para la acción institucional. La Asamblea de Ciudadanos del Mediterráneo ha decidido dar el paso hacia la implicación directa y en unos meses instalará su sede en Valencia, la ciudad en la que nació el foro, a iniciativa del entonces eurodiputado socialista Vicent Garcés.En Tirana se ha firmado el acuerdo para crear una entidad que es peculiar dentro de nuestro ámbito geográfico, pues pretende construir influencia política y cultural desde la transversalidad, integrando a personas de diferentes tendencias políticas y de diversos países. La ACM se reformula en Albania con la misión de organizar la presencia pública de la identidad mediterránea, formulada hasta ahora con profusión en la literatura, pero diluida bajo el impacto de las políticas gestadas a miles de kilómetros de nuestro mar.