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Matías Vallés

El doble crimen de Cuenca

El doble crimen de Cuenca reafirma a qué debería consagrarse íntegramente el ministerio del Interior, sin despistarse atendiendo a presuntos corruptos en horario laboral. El descubrimiento de los cadáveres de dos veinteañeras se acompaña con la publicación en facebook de un comunicado estremecedor, a cargo de los familiares del presunto asesino.

Obligados a compartir equipaje genético con «esa abominación de hombre», confiesan que «rompimos a llorar desconsoladamente» por las dos víctimas al ser «halladas sin vida». No les alcanza ninguna culpa y soportan una presión inhumana, pero se detienen en la crítica a la prensa convertida en un formulismo obligado en estos sucesos. «Algunos medios de comunicación difundían mentiras miserables que añadían daño donde ya no cabía más dolor».

Cuesta juzgar intenciones, pero la información descarada y descarnada en casos de asesinato acelera provechosamente la sensación de urgencia. No solo alerta a posibles testigos, también evita que la burocracia se entretenga consolando a colegas en lugar de concentrar sus esfuerzos en la resolución del crimen. Por si esto fuera poco, la catarsis global que provoca la publicación evita la tentación del linchamiento, además de encauzar la atmósfera de duelo y de cohesión social.

Toda difusión ayuda en la resolución de un doble asesinato, y nadie propaga como un medio de comunicación. Las contrapartidas son el sensacionalismo y los errores inevitables cuando se trabaja al galope. Un juez del Supremo norteamericano sentenció al respecto que «la luz del sol es el mejor desinfectante». También cursa con efectos secundarios, es implacable y no concede respiro ni sombra. A menudo, los mismos familiares que denigran el comportamiento maleducado y excesivo de la prensa en tragedias colectivas, son los primeros en recurrir a los medios para reactivar a la Administración somnolienta. El doliente comunicado habla de periodistas con «ética en riesgo». Lo siento pero no es un insulto, sino un avatar profesional.

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