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Pros y contras de una alianza clave

Más de 173.000 votos por delante de Podemos y 52.000 por detrás del PSPV-PSOE, Compromís se convirtió, en las elecciones autonómicas, en una fuerza necesaria para cualquier fórmula política de progreso. Con sus 452.000 votos y sus 19 diputados, no solo ha formado un Consell de tú a tú con los socialistas, sino que ha adquirido una centralidad de mucho potencial para configurar la izquierda valenciana del siglo XXI. Algo que podría poner en riesgo si concurriera con Podemos a las próximas elecciones generales, porque se escoraría. He aquí el argumento más serio contra una alianza con la formación de Pablo Iglesias como la que la coalición sopesa actualmente. «Les he votado pero no si van con Podemos», alegan ciertos electores, muchos de los cuales tampoco votarían a Compromís en las generales si concurriera en solitario, porque seguramente se inclinan por apoyar en ellas al PSOE de Pedro Sánchez.

La discriminación del voto entre convocatorias autonómicas y estatales es un fenómeno bien conocido del que son conscientes los dirigentes de Compromís, que saben que un contingente de sus votantes se irá con los socialistas. Con todo, los números son elocuentes: si se aplicara la ley d´Hont a los resultados del pasado 24 de mayo, el PP obtendría 11 escaños en el Congreso; el PSPV-PSOE y Compromís, siete cada uno, y Ciudadanos y Podemos, cuatro cada uno. El PP, todavía mayoritario, cosechó 78.000 votos menos que la suma de las candidaturas que lideraron Mònica Oltra y Antonio Montiel en esos comicios. Con todas las cautelas, tales cifras indican que hablamos de una alianza clave. Como ha explicado el alcalde de Valencia, Joan Ribó, podría convertirse en la primera fuerza política del País Valenciano. Y no es poca cosa.

Claro que pierde mucho sentido esa ambición si el caudal de votos y diputados va a ser capitalizado por Podemos en su batalla por abrirse hueco frente al sistema de partidos tradicional en España. Por eso insiste Oltra en la «visibilidad» de la marca de Compromís y Enric Morera en la importancia de crear un grupo parlamentario propio, una minoría valenciana en Madrid, cuya trascendencia sería mayor en una legislatura tan plural y movida, de perfiles constituyentes, como la que se avecina. En el seno de Compromís, como es lógico, hay discrepancias. Y Morera ha consultado a las bases del Bloc Nacionalista Valencià, donde los disidentes parecen tener menos eco del previsto.

Se alega desde esos sectores que Compromís es una formación valenciana que no puede supeditarse a la campaña de un partido de ámbito español. Pero ese argumento, más que algo esencial, esconde el miedo del pez chico a que se lo coma el grande, dado que a día de hoy Joan Baldoví es diputado en el Congreso de una coalición con Equo y Jordi Sebastià es eurodiputado también con los votos del pequeño partido ecologista de ámbito estatal fundado por Juantxo López de Uralde. El problema, pues, no es de principios y el valencianismo de Compromís tiene el mérito, además, de ser transversal, poroso y, salvo excepciones, poco fundamentalista. Se trata de una de sus aportaciones a la política valenciana contemporánea.

Dirigentes como Pasqual Mollà inciden en que la maniobra incluya también a Esquerra Unida, tocada por la decepción de las autonómicas. La idea de una plataforma amplia está sobre la mesa, pero es entre Compromís y Podemos donde se juega la posibilidad de una alianza cuya lógica, para el partido de Pablo Iglesias, enfatiza el hecho de que el sondeo del CIS otorgue a la coalición de Oltra niveles notables de apoyo, que le depararían en solitario tres o cuatro diputados. «Hay voluntad de confluir», ha subrayado Àngela Ballester, secretaria de coordinación del equipo de Iglesias y figura valenciana influyente en el partido del círculo.

Mientras, los socialistas, -¡quién lo iba a decir!-, andan preocupados por la obediencia valenciana de sus socios de Consell, amenazada como ven su propia hegemonía si estos últimos pactan con Podemos. En cualquier caso, de la decisión de Compromís depende, no solo contribuir a la ruptura del bipartidismo en España, sino a que, con permiso de Ciudadanos, ese fenómeno se decante a la izquierda.

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