El adiós de Lina Morgan ha llegado en la época más difícil para el mundo del espectáculo. La suya fue una trayectoria extensa y muy currada, propia de esa generación de artistas que surgieron desde la nada y la miseria. Podría decirse que los mitos como Lina comparten un rasgo definitorio universal: trabajo, trabajo y trabajo. Se cumple, por ejemplo, en casos como el de su amigo Raphael, o también en Rocío Jurado y Lola Flores, quienes consagraron sus nombres a base de pisar teatros, escenarios, emisoras y televisiones. En el mundo artístico dos más dos nunca fueron cuatro, como recuerda siempre Enrique Ginés, pero el mayor logro de esta actriz cómica consiste, a mi juicio, en su capacidad para hacernos sentirla de nuestra familia. De buen seguro que muchos treintañeros como yo jamás la habrán visto en directo. Pero la disfrutamos durante incontables ocasiones a través del televisor, hábitat natural de Lina Morgan hasta el 2008.

Lina Morgan mantuvo además una estrecha relación con la ciudad de Valencia. Para conocerla conviene consultar la mayor enciclopedia del espectáculo, y esa no es otra que Rosita Amores, entrañable vedette y muy buena gente que ha asistido a todos los eventos destacados en el mundo artístico valenciano. Me recuerda dos acontecimientos históricos y multitudinarios en los que Lina participó activamente y de los que la intérprete de Ponle menta fue testigo de excepción . El primero, recién inaugurado L'Oceanogràfic, cuando el Ayuntamiento de Valencia homenajeó a la tercera edad en el mismo recinto. Hasta un total de 6.000 personas asistieron a esa célebre comida en donde Lina Morgan quiso estar presente en la misa que precedió el encuentro, siendo la «madrina de los abuelos». Quiso hacerlo, además, por su cercanía a una tierra. Amores confiesa que se trató de un acto «muy emocionante, acabó tardísimo porque la gente disfrutó mucho y se desbordó la expectativa de asistencia». Recordemos que en 1.983 fue nombrada fallera de honor de la Falla Plaza del Pilar. Otra cita importante de Lina en Valencia fue con motivo del nombramiento de «Hijo Predilecto de Valencia» junto a Antonio Ferrandis, en los años 90. Pero, además, pudimos verla en estrenos de la Mostra de València o visitando el Mercat Central.

Notable fue también el homenaje sorpresa que le realizaron en Belle Epoque en 1985. Lina no sabía nada y fueron a recogerla al Hotel Princesa con una carroza de caballos. Su hermano José Luis y un coreógrafo fueron cómplices de este acontecimiento del que da cuenta gráfica, además de verbal, el polifacético artista Miguel Brass, maestro de ceremonias. Los bailarines interpretaron ante ella un número de tango dirigido por su coreógrafo personal. José Luis, asegura Brass, sólo puso esta condición: la sala no podía lucrarse, así que todo el público disfrutó de la velada sin coste alguno aunque supuso una publicidad muy importante ya que apareció en todos los medios. Sin saber con exactitud si ha sido su última aparición pública en Valencia, Brass también presentó un homenaje a Lina en la ciudad de Segorbe en el año 2005. Por entonces decidió alojarse en el Hotel Monte Picayo. También se trataba, como años antes, de un homenaje a los mayores.

Han sido tantas las buenas causas de Lina Morgan en Valencia y tantas las risas que nos ha regalado, que ante su adiós, como ella solía cantar en cada cierre, sólo nos queda decir: ¡Gracias por venir!