El negocio del espectáculo es hipersensible a todo lo que pueda restar taquilla. En el amplio abanico que va de las comisiones de festejos a los ejecutivos de las multinacionales del cine rige el pánico a cualquier signo público de desaprobación que merme la clientela, un temor que los hace muy vulnerables en estos tiempos en los que se identifica al pueblo soberano con los «me gusta» de Facebook. El festival Rototom de Benicàssim es la víctima más reciente de ese imperativo de quedar bien con todos. La búsqueda de la fraternidad universal con conciertos multitudinarios de música jamaicana, humo del que expande el espíritu y buenas vibraciones mediterráneas se está haciendo este agosto más difícil por una complicada elección de cartel. Matisyahu, estadounidense converso a la ortodoxia judía, cuya música es un híbrido ska, rap y reggae, estuvo desde el principio en el punto de mira de los movimientos propalestinos y la amenaza de boicot llevó a los organizadores de esta cita, que llegó a España huyendo de la Italia de Berlusconi, a exigir al intérprete un pronunciamiento sobre el conflicto palestino-israelí. El intérprete, cuyas canciones están llenas de referencias al entendimiento entre los pueblos y a la paz mundial que tanto anhelan las aspirantes a miss Universo, rechazó las presiones y los promotores lo apearon del cartel. La vulnerabilidad de una organización timorata transformó la amenaza de boicot en un problema de dimensiones mayores, incluso con la reacción airada de un Gobierno como el de Rajoy, de probada sensibilidad hacia cualquier forma de amenaza al mundo de la cultura. La polémica se tiñó con el término «antisemitismo», que siempre sale a pasear ante cualquier crítica al Estado de Israel, y muestran su indignación algunos insignes que nunca han renegado de ese gran foco de demonización del pueblo elegido que fue el franquismo. Ante lo que sí comenzaba a ser una severa amenaza para su imagen ­„y por tanto para la caja„ el Rototom ha optado por reponer a Matisyahu, pide el perdón de los que se arrepienten cuando los pillan y aquí paz y buen negocio, a ser posible sin molestar a nadie.