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«La rodà de la bandera»

Conocí Tuéjar, afortunadamente, muy pronto, en los años de infancia. Los niños de mi pueblo, Foyos, y Villanueva de Castellón, íbamos de campamento al paraje del nacimiento del río Tuéjar, cuando allí no había nada, sólo un albergue, al pie de un cerro lleno de matas de té. Los vicarios de ambos pueblos, Vicente Gregori y Paco Muñoz, hoy famoso cantante, eran los jefes.

Por las noches íbamos al pueblo a hacer fuegos de campamento en la laza mayor, usando la escalinata de la iglesia de escenario. Llenábamos la plaza. Paco Muñoz nos convirtió a mí y a un amigo Federico Casares Giner en los payasos del espectáculo, gran mérito del cantante sacarnos punta, pues lo nuestro no era precisamente madera de artista.

De Tuéjar me impresionó su iglesia parroquial, que sigue los parámetros de diseño de Il Gesú de Roma de Vignola, Iglesia matriz que utilizaron los jesuitas en sus construcciones, preciosa y en ruinas. La biblioteca Maestro Aguilar en memoria de Manuel Aguilar Muñoz, nacido en Tuéjar en 1888, fundador en 1923 de la editorial Aguilar y dispuso que un ejemplar de todas las obras que editara la empresa fueran a la biblioteca de su pueblo. Y un cartelito en un bar a la entrada del pueblo a la izquierda, cerca de la ermita, que decía: «Café 1 pesetas, café 1.50 pesetas. Café te lo juro por mi madre 2 pesetas». Y lo que más, que cada cinco años hacían fiestas de moros y cristianos.

El cura don José Moreno Just „santo sacerdote quien con su Seat 600 hacía de ambulancia gratis en el pueblo„ me enseñó un libreto manuscrito que conservaba la parroquia conteniendo el antiquísimo guión del auto sacramental «El entramoro», que se representa con motivo de las «fiestas gordas» cada cinco años. Y documentación de cuando la parroquia era del Arzobispado de Zaragoza y del Obispado de Segorbe. Los obispos no hacían más que pelearse por Tuéjar con mucho monte y casa por entonces. Al final la cosa se vino para Valencia.

Años más tarde regresé como periodista en una de mis correrías por los pueblos, lo que más me gusta. Y vi que la Iglesia continuaba preciosa, barroca, pero en ruinas, cayéndose. En la pasada guerra se ensañaron con ella. Hice una serie de reportajes sobre aquella triste realidad y se logró que Madrid declarara el tempo parroquial Monumento Nacional en 1983. Es una de las satisfacciones que me ha dado el periodismo esta declaración, aunque la iglesia sigue bastante abandonada, necesitada de que se le restaure a fondo globalmente, no a limosnas oficiales.

Delante de ella se hace «la rodà de la bandera», que consiste en girar una bandera de grandes dimensiones alrededor del cuello, la cintura y las piernas, en honor de La Purísima, que es la Patrona, el día de su fiesta grande, este año el domingo 23 de agosto. Una costumbre y un pueblo muy singulares que destacan entre grandes y variados tesoros culturales y paisajísticos de las tierras valencianas.

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