Cómo van mejorando las almas juveniles. Qué maravillosa propensión al servicio de la sociedad. Cuánto altruismo rezuma la lista de preferencias en la elección de los estudios universitarios para el curso 2015-2016. La primera carrera elegida es medicina, y la segunda maestro de primaria. Sanidad y docencia; curar y enseñar. El espíritu del buen samaritano arraiga entre los jóvenes bachilleres; y bien claro se ve, contra el parecer de maldicientes y agoreros, que la pubertad no sólo surca las regiones bajas y soeces de internet, sino que tiene, y en abundancia, sentimientos elevados de generosidad y filantropía.

Debemos congratularnos, y sobre todo ignorar por completo las interpretaciones mezquinas y malintencionadas de algunas mentes retorcidas que achacan las actuales tendencias de los estudiantes a cierto egoísmo redomado. Sostienen tales individuos que la medicina se ha escogido mayoritariamente por el prestigio social y el dinerazo reportados por su ejercicio; y que la segunda preferencia es magisterio porque, si bien es un oficio peor pagado, presenta menos dificultades y proporciona mucho más tiempo libre. Un punto de vista pérfido e insostenible, porque atribuye a muchos nuevos universitarios un utilitarismo radical y una indiferencia que no se corresponden para nada con su comportamiento colectivo.

¿Cómo se puede poner en duda la probidad y el espíritu de sacrificio de unos chavales que han superado las durísimas exigencias de la educación secundaria obligatoria, que han vencido los horripilantes rigores del bachillerato contemporáneo y han aprobado el selectivo más difícil de la historia?

Sería una bajeza imperdonable; una carga de prejuicios infundados y calumniosos con los que ningún amargado tiene derecho a lastrar los acendrados inicios de los futuros médicos y maestros. Así que no escuchemos el canto fúnebre de la siniestra coral pesimista, no demos pábulo al catastrofismo, y alegrémonos por el raudal de médicos y maestros que cuidarán de nosotros y formarán a nuestros nietos. Y si llegados a este punto notamos que nos tiemblan las piernas, perdamos cuidado: seguramente se debe a la emoción.