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Donde todo se olvida

Rubén: «Envejecer tiene algunas ventajas. La mayor parte de ellas son obvias y no voy a detenerme en describirlas (que si madurez, que si experiencia, que si sabiduría, que si...); pero hay una que seguramente sorprenderá a los más jóvenes porque tiene un componente físico que ellos nunca sospecharían. Cuando llegas a una cierta barrera de años y la cruzas, tu necesidad a la hora de ir al baño aumenta de forma importante en la mayor parte de los casos. Me sucede a mí y les sucede a todos mis amigos, así que caben poca dudas sobre su inevitabilidad. Y esa obligación se hace especialmente evidente por la noche, cuando te vas a la cama y no tienes la mente tan ocupada en cosas reales como pasa por el día. Y entonces ocurre que te despiertas varias veces con la presión líquida empujándote al baño, y al hacerlo recuerdas mucho mejor los sueños que tuviste entre una visita y otra. Cuando era más joven y aguantaba más, la mayor parte de lo que soñaba se desvanecía sin llegar siquiera a tener constancia mínima de lo que había vivido mi mente en sus horas de desconexión. Como mucho, podía acordarme de las últimas imágenes al abrir los ojos, y casi siempre de forma fugaz e inconexa, salvo que se tratara de alguna pesadilla que me hubiera tocado las narices más de lo habitual. Pero ahora que salgo de la inconsciencia en tres, cuatro y a veces incluso cinco ocasiones, puedo registrar con bastante precisión el contenido de esos breves sueños, e incluso durante una época dedicaba antes de volver a la cama unos minutos a apuntarlos en una libreta, hasta que me cansé porque, a ciertas alturas, buscar significados en lo que vivimos dormidos no tiene importancia, es irrelevante. Pero la conclusión positiva que extraje de esa nueva circunstancia de mi cuerpo deteriorado por el peso del tiempo es que vivo el doble, puesto que mis sentidos cobran una fuerza extraordinaria cuando abandono el mundo real y vago por universos oníricos donde no tengo el control, donde soy un prisionero feliz o desdichado, donde nada es irreversible, donde todo se olvida».

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