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Julio Monreal

Aire fresco para el puerto

Cuando apenas quedan obras que realizar en el Puerto de Valencia, su nuevo presidente, Aurelio Martínez, toma posesión de su cargo con el propósito de desarrollar las nuevas infraestructuras en torno a los muelles de Sagunt, donde siempre han existido millones de metros cuadrados de suelo público para acometer casi cualquier proyecto.

Es una lástima que el catedrático de Economía llegue tan tarde a tan importante puesto para la sociedad valenciana. Desde que salió de las aulas, el profesor ha ido saltando de una responsabilidad a la siguiente y alternando las que exigían sensibilidad social con las que demandaban visión mercantil. Unas veces conseller o candidato a alcalde de Valencia; otras presidente de Loterías o Navantia; hasta la rareza de la Fundación del Valencia CF. Y ahora parece que en el cargo del puerto va a tener que fusionar sus dos caras para reorientar lo que sus antecesores han gestionado como si fuera un marquesado. A bordo de un Lexus heredado y dotado con todos los caprichos y con un sueldo que supera con creces el del presidente Puig, que lo ha nombrado, Aurelio Martínez se enfrenta a un panorama de competencia feroz, en medio de una fuerte caída del comercio mundial y con una deuda de 600 millones de euros. Para salir corrriendo. Y eso que las estadísticas de tráfico son positivas.

Pero lo primero es poner orden. Y no adoptar decisiones precipitadas, como fue la de echar de sus casas a decenas de familias que vivían en alquerías de la Punta y derribarlas para crear una Zona de Actividades Logísticas (ZAL) que hoy es ilegal por sentencia y que no podrá albergar las operaciones para las que fue impulsada. El profesor tiene la oportunidad de coser el puerto a la ciudad que lo alberga: en lo económico, sí, pero también en lo social, y en lo geográfico. Una tarea en la que los anteriores presidentes han naufragado, creando un espacio opaco que era noticia más por la actuación de las mafias del transporte portuario o la droga que por su actividad y generación de riqueza y puestos de trabajo.

El puerto necesita aire fresco, y gestores que lo hagan funcionar en su conjunto, desde los muelles y terminales al negocio de los cruceros, que hoy está y mañana se va. Y nuevos ingresos. A lo mejor es el momento de revisar la negativa a que haya viviendas u hoteles en el recinto.

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