Una canción ya clásica del folk norteamericano, Alice's Restaurant Massacre, relata la historia del monumental lío con la justicia en el que se ve envuelto un joven por arrojar un montón de basura en un vertedero no autorizado. Cuando la policía encuentra entre los desperdicios un sobre con su nombre y dirección se pone en contacto con él para ver si puede aportar alguna información. Sí señor „responde el joven„, lo reconozco, yo no sé mentir, fui yo mismo quien puso ese sobre entre todas esas bolsas de basura. Esta lógica es exactamente la misma que aplican Rajoy y su gobierno al acudir a la cantinela de que se está creando empleo cuando se le piden explicaciones sobre el deterioro de las condiciones laborales, la reducción de salarios, el aumento de la temporalidad o la parcialidad injustificada e indeseada.

El argumento aparentemente incontestable vuelve a utilizarse sin sonrojo si nuestra preocupación son los hachazos al gasto social y los servicios públicos, el paro de larga duración o la reducción de la protección al desempleo. No parece que el gobierno vaya a estar muy dispuesto a reconocer la conexión directa entre sus políticas y el grave deterioro de la calidad del empleo y el abandono de los que más dificultades tienen para acceder o regresar al mercado laboral. Sin embargo, si no se actúa con convicción para atajar la extensión de la pobreza y el agravamiento de las desigualdades, se estará impidiendo la consolidación de una progresiva recuperación económica que alcance al conjunto de la ciudadanía.

No deja de ser curioso el pensamiento que aflora periódicamente en el PP sobre estas cuestiones en el ambiente relajadamente veraniego de la escuela de verano de su fundación FAES. Si el año pasado nos decían que había que reducir las prestaciones de desempleo por ser tan generosas que a los parados se les quitaban las ganas de ir a buscar empleo, este año nos han hecho descubrir que es muy difícil ver si hay pobreza y desigualdad porque tienen dudas sobre qué vara de medir es la adecuada. Ir a la realidad o fiarse de las ONG sociales ni se les ocurre claro. Pero la realidad es tozuda.

En la Comunitat Valenciana la mitad del más de medio millón de desempleados que todavía tenemos no recibe ninguna protección por desempleo. Seis de cada diez parados llevan más de un año en desempleo y los que llevan más de dos ya superan los dos tercios. Ninguna política de empleo consigue resultados sólidos si no se ocupa al mismo tiempo de la calidad y de las personas con mayores dificultades.

Por eso para UGT es tan importante la iniciativa que los sindicatos hemos presentado en el Congreso en demanda de una prestación de ingresos mínimos. El Gobierno de Rajoy tiene que asumir las consecuencias de sus políticas y dejar de decir que ellos no saben nada de ningún montón de basura porque están muy ocupados creando empleo. A no ser que abiertamente elijan la misma desfachatez que el amigo de Alice, la del restaurante.