Sí, llegó el final del verano. Curiosa esa sensación porque comenzó el 21 de junio y aún nos acompañará, desde el punto de vista astronómico, hasta el 23 de septiembre. Por tanto, de sus 93 días, todavía nos restan 27 días. Ya ha empezado la Liga, ya tenemos comercios anunciando el comienzo del «cole» y las universidades ya abren ante el curso que se avecina, incluso antes que los pequeños. ¡Increíble! Antes las carreras impartían más clases y el curso duraba menos. Perjudicados los alumnos, los profesores, su investigación, el país entero. Pero dejemos de atizar y centrémonos en el clima. Llega el otoño, la estación de las lluvias. No en vano, con el otoño empieza el año hidrológico. Si echamos mano de los valores extremos que nos aporta AEMET (¡Meritoria labor!), el litoral mediterráneo concentra sus lluvias en este periodo. Un mar cálido y la entrada de aire frío en altura por la progresiva retirada del anticiclón de Azores son el caldo de cultivo para lluvias torrenciales tan sólo pendientes de viento procedente del mar que aporte la humedad necesaria. 497,4 litros cayeron en Málaga en noviembre de 1989, 396,6 en Castellón en octubre de 1962 o 382 en Tortosa en octubre de 1940. Sólo los records de Almería y el observatorio Fabra de Barcelona quedan en diciembre, al final de la estación. Los récords diarios también se acumulan en el otoño. 270,2 cayeron en Alicante el 30 de septiembre de 1997 o 313 en Málaga el 27 de septiembre de 1957. Algunos récords mensuales están muy vinculados a días concretos, lo que habla bien a las claras de la variabilidad de nuestro clima mediterráneo, a la que el otoño no escapa. De los 336,2 litros caídos en noviembre de 1987 y que dan el récord de San Javier, 330 (98,15 %) lo hicieron en un solo día, el 4 de ese mes. Veremos que nos toca este año.

montone@his.uji.es