Que levanten un muro. Que levanten un muro bien alto, si con ello piensan que pueden frenar a aquellos que salen aterrorizados y huyendo de un país devastado por la guerra. Se equivocan los que creen que frente al éxodo de refugiados sirios se puede mirar hacia otro lado o que la solución viene por quemas centros de acogida o importando las extravagantes ideas del aspirante a la candidatura republicana, Donald Trump, sobre la propuesta de construir un muro entre México y EE UU. Nada de ello va a servir, cuando de lo que se trata es de salvar la vida, ante un conflicto que dura ya más de cuatro años, lleva un millón y medio de heridos, 310.00 personas muertas, de las cuales, casi 11.000 son niños, según los datos más actualizados de la ONG Observatorio Sirio para los Derechos Humanos.

Este conflicto, y el hecho de que cientos de miles de personas se hayan visto obligadas a huir, no sólo está poniendo al descubierto la incapacidad de la comunidad internacional para frenar los crímenes de guerra y contra la Humidad que se producen en Siria, sino que en el caso concreto de Europa, ha demostrado nuevamente que no poseemos un proyecto de unión política capaz de intervenir en conflictos que se están produciendo al otro lado de nuestras fronteras. Parece que este país no era lo suficientemente atractivo como para mover la conciencia de ninguna superpotencia, y se fue olvidando en la agenda política, pensando que acabaría sepultado en sus escombros. Ahora, nos sorprende que estas personas vengan al grito de «si morimos no perdemos nada, porque en Siria ya no hay vida».

Lo que está ocurriendo en las últimas semanas, tiene poco que ver con las políticas migratorias, y sí mucho con la gestión de los conflictos y la implicación de la OTAN, la Unión Europa o la ONU en los mismos. Con ello se abre ese complejo debate sobre la necesidad de orquestar una intervención más activa y decidida en determinados casos, donde la salvaguarda de valores, como el respeto a los derechos humanos, se cuestionan diariamente. Quizás ahora, cuando miles de personas caminan decididas hacia Alemania, Angela Merkel recordará la evidente falta de responsabilidad que demostró hace unos años, cuando su ministro del Defensa aseguró en la Conferencia de Seguridad de Múnich que no querían convertirse en arquitecto global de todos los conflictos que hay en el mundo. Quizás ahora empezarán a comprender que aquellos que vivimos en occidente, aunque sea por puro egoísmo, debemos de ser conscientes del papel que nos toca asumir en este tipo de situaciones.