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Piscina de Alcublas

Mientras el personal sesudo trataba de calcular la repercusión de la crisis china „le ha reventado un forúnculo y es puro pus„ en nuestras economías, cuyo despegue se había iniciado como el vuelo poderoso de un pollo de zopilote, yo, junto a la piscina, me preguntaba: ¿Es una piscina una zona húmeda? Ociosidad ¿Lo es? Esta piscina, a donde he ido unos días antes de comparecer de nuevo en la columna, lo parece: está rodeada de árboles y verdura, la ronda una lavandera (cuetina), abrevan en ella las golondrinas y la sobrevuelan una libélula amarilla y un puñado de avispas, están por todas partes, y una se me metió dentro de la nariz y hube de expulsarla con una espiración violenta (kapalavati).

Insisto: ¿Puede considerarse la piscina una zona húmeda? El sabio Millán Millán diría que sí y que para atraer tormentas veraniegas y «cerrar su mecanismo de disparo» lo mismo vale una piscina, un safareig, un estanque de riego, los lavaderos, un trasvase o un campo de golf. He recorrido los pueblos de la zona y todos tienen piscina municipal, a veces muy grande y hermosa. La piscina acompañó a las hormigoneras, como el caballo al conquistador, hasta plantar la bandera del final de obra en las promociones de los últimos confines. Esta piscina congrega en su torno un ecosistema que por las noches se presenta como oscuro coleóptero: una cuca de seis patas y del tamaño de un gorrión, que viene a caerse en la sepia con mayonesa, qué cabrona.

Por la piscina, hubo gente que vendió al padre y al camarada, la finca de la abuela, los restos de orgullo. Por la piscina, la gente delataba a sus compañeros comunistas en la caza de brujas de Hollywood. Teníamos la costa llena, de punta a punta, de mallades, marenys, marjals, brosquils, albuferes y estanys: arquitecturas del agua, entretejida con tierra y cielo. Removimos quilómetros cúbicos de tierra para enterrarlas, solo para ver que reaparecían como una guirnalda de piscinas: rosario de gemas verdes y azules de Vinaròs a Pilar de la Horadada. Un poco algas y maleza y ni se notará la diferencia. ¡Ay, Wall Street!

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