Están los runners (o the rolling cataplines) con el caminito que les ha puesto Roig en el río como cristianos primerizos con el monoteísmo: sólo hay un caminito y es el mío y para mí. En un principio, el Jardín del Paraíso o Parc del Turia era una Babel bien avenida: un todo revuelto en el que practicar la locomoción, al paso, al trote y al galope, además de la fornicación furtiva, el ciclismo de paseo y el pastoreo de mascotas. Pero los valencianos se hicieron multitud y hubo que racionalizar el espacio y su uso: surgió el carrilismo. Bien está (aunque ya que estamos, echo de menos un carril para skaters y patinadores, algunos puestos de observación para avistar la fauna como en los humedales de postín, y otros carriles para cochecitos y para caminantes, estado intermedio entre el runner propiamente dicho y el paseante parsimonioso, vamos, lo que the rolling cataplines llaman «andarines». ¡¿Será por carriles?!). Cuando les preguntan a los corredores por las bondades del caminito rojo, hablan del trazado, la pavimentación, la señalización, el tamaño... Cuando les preguntan por los males, coinciden: los «andarines». ¡Tiene cataplines la cosa! Ellos que trotan por doquier y a cualquier hora; que surcaron y surcan la hierba de los parterres hasta marchitarla con mil senderos que se bifurcan al capricho de sus marcas y pulsaciones; ellos que corren en grupos jugando a tapar las calles, ellos, digo, quieren el bien sombreado caminito que nos ha puesto Roig para ellos solos. (Nota: no hace falta que me contesten: tienen razón y mi argumentación es una falacia rencorosa y ad populum). Amén.

Me parece que la decisión de que las mascotas puedan subir al autobús es una bonita y mala idea: necesita tanta discriminación y reglamentación como una quaestio de la Suma Teológica. ¿Podría subir yo con mi cerdo vietnamita o mi vecina Encarna con su víbora? Preferiría no hacerlo. He dicho (quiero decir que he dicho que no quiero cobayas ni San Bernardos en el bus: el sedentarismo es letal para los cuartos traseros. ¡Ya se me está ocurriendo otro carril para el río!).

Están los del PP y Bonig con el #Pparalalibertad más pesados que Massiel en los sesenta con el Lalalá. Llegado Espartaco al gobierno, es decir, al poder, las huestes del PP, «guerreros ideológicos» y «baluartes de la reconquista», inician la ofensiva con una defensa a ultranza de lo que nadie niega ni ataca: la libertad (¡oído cocina!). ¿Le prohíbe alguien a nadie acudir a una misa, procesión o entierro? ¿Pueden acudir en «calidad de concejales» o en «calidad de padres de familia numerosa»? Oiga: en la calidad y la cantidad que quieran. Otra cosa es que ella (ella es Bonig) entienda que ir en calidad de concejal consista en chupar cámara y robarle protagonismo al santo. Hay quien tiene la mentalidad bajo palio. Así sea.