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Agujetas de color Ana Rosa

Si fuese un líder político de este país no se me ocurriría mejor compañía para empezar el curso que hacerlo al lado de la reina de las mañanas, porque a ver quién dice no a pasar un día acompañado de Ana Rosa y su equipo con unas elecciones a la vuelta de la esquina y muchas papeletas que rascar para ganar. Medio millón de personas recién levantadas con la legaña y el café en mano son 500 mil votos somnolientos potenciales ante los que mostrarse en situaciones cotidianas, en esa urgencia electoral que les ha entrado a algunos políticos por mostrarse cercanos al ciudadano. Al más visto y a quien menos le hacía falta esta exposición de ir por casa es al líder de Podemos, que fue el primero en compartir desayuno en su casita sin reformar de 60 metros cuadrados en Vallecas. Aún así no dejaron de sorprenderme escenas en las que me imagino a Joaquín Reyes sacando punta. Me impactó mucho que el pelo suelto de Pablo Iglesias fuese más largo y voluminoso que el de la periodista, la cual no dudó en recomendarle hacerse la coleta por comodidad. Menos mal que el invitado en cuestión no era Cristóbal Montoro, porque si veo al ministro soltándose la trenza apelmazada me vuelvo a la cama y tengo pesadillas...

Pablo agasajó a Ana con un desayuno popular consistente en tostadas de salmorejo de bote con jamón serrano, todo de marca blanca muy en consonancia con el partido. Tenían que coger fuerzas porque ambos se disponían a sudar corriendo 30 minutos por el parque y ahí sufrí pensando en quien se llevó la peor parte: los dos cámaras, con 15 kilos al hombro, que acompañaban a unos protagonistas que acabaron en un spring final en el que un Pablo considerado se deja ganar, y eso que la amiga llevaba deportivas y no tacones... Agujetas no le faltarán, en breve la vemos jugar al baloncesto con el apuesto Pedro Sánchez y, para acabar esta semana fantástica, compartirá tiempo con Mariano Rajoy, cara a cara, sin plasmas y espero que sin deporte y sudor...

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