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Himnos y andas

Me parece que puedo reconvenir, fraternalmente, a mis amigos de la izquierda que triunfó un poquito no hace mucho, por buscarse más problemas, al margen de los muchos que ya tienen, y de los que les van apareciendo según abren cajones (seis millones de euros en facturas, sólo en la Pobla Llarga, según mis fuentes). O reciben pellizcos de monja del ministro Montoro. Este Montoro „hay otro que se ocupa del tráfico rodado„ pregunta, con absoluta insolencia, en qué piensan ahorrar los ayuntamientos: él, que pertenece al Gobierno de los sobresueldos y la amnistía fiscal y a un partido que se compacta, a partes iguales, con tinta de adjudicación, cemento fresco y caca de gaviota.

Así pues, da lo mismo que un concejal o alcalde quiera ir como tal a una procesión o a un trisagio. Está en su derecho, porque el laicismo de España funciona como salvaguarda (de los laicos), no como obligación pública. Y aunque lo fuera, es el típico deber que sólo se aligera cuando uno se lo impone, so pena de poner malas caras y jugar a Robespierre, lo que sólo consigue que las filas de enfrente se vuelvan más compactas. Otra cosa es lo que he visto en Vila-real: un bonito letrero en mármol en la iglesia arciprestal con la lista de «caídos por Dios y por España». De lo que se infiere que los contrarios cayeron por Lucifer y el Gran Ducado de Luxemburgo. Un poco fuerte, a estas alturas.

Con los himnos pasa lo mismo. Me parece un contradiós tocar el himno nacional, que es una marcha de granaderos, en una procesión, pero si los legionarios llevan en alto al Cristo, quizás asistamos, en el futuro, al artillado de las andas. ¿Pero cómo impedir que se toque? No hay modo, razonable, de hacerlo, ni se debe intentar porque si los implicados se empeñan y si quien paga a los músicos, se pide la canción dedicada, pues ahí la tendremos. Que conste que tocar la Muixaranga me parece igual de mal, salvo en Algemesí, donde es una costumbre sin contenido político especial. Los himnos propios de tales trances dicen «¡Hossana!» y «¡Aleluya!». No confundir con los coros de la Armada rusa.

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