Se ha abierto un debate de legitimidad sobre quién puede o debe opinar acerca del proceso secesionista catalán impulsado por Corvengència y ERC con la anuencia de parte de la sociedad civil catalana. Desde la legitimidad que me otorga ser hijo y nieto de catalanes y como empresario valenciano al frente de una empresa familiar de 120 años de historia y ciudadano español, me siento con el pleno derecho para opinar y participar en un debate sobre la integridad del territorio nacional.

Presido la Cámara de Comercio de Valencia y el Consejo regional de Cámaras de la Comunitat Valenciana y desde ambas instituciones hemos participado con los catalanes en proyectos que sentimos propios como es Ferrmed, asociación que tiene entre sus fines contribuir a la mejora de la competitividad europea impulsando el gran eje ferroviario de mercancías Escandinavia-Rin-Ródano-Mediterráneo Occidental y las conexiones de los puertos y aeropuertos como grandes vectores de progreso de la Unión Europea. Desde las Cámaras del Mediterráneo hemos defendido la reindustrialización de Valencia, Cataluña y España como horizonte de un futuro mejor para todos y en la sede de Cámara Valencia las cámaras de comercio del Arco Mediterráneo español, desde Girona hasta Almería, nos comprometimos a impulsar juntos un área estratégica en el Estado español y fijamos nuestros puntos de vista en la reindustrialización, infraestructuras, turismo y servicios.

La región del arco Mediterráneo debe ser un área estratégica en el mapa global, una plataforma productiva que ubique los centros de decisión y que permita crear un clima adecuado para atraer y retener el tejido industrial. Las empresas compiten globalmente, pero las regiones también.

Permítanme que diga no a la independencia de Cataluña porque rompe ese concepto de territorio en la escala necesaria para abordar los grandes proyectos logísticos europeos, como convertir al Mediterráneo en la gran plataforma logística del sur de Europa mediante la colaboración global de sus puertos. Digo no porque los flujos comerciales entre Cataluña y la Comunitat Valenciana indican que una independencia sobrevenida tendría efectos seguros en la desestabilización de las relaciones entre proveedores y clientes catalanes y valencianos.

La declaración unilateral de independencia quebrantaría la dinámica de acuerdos con Europa respecto al Corredor Mediterráneo y a las políticas de conectividad, siendo los costes logísticos uno de los lastres tanto de la economía valenciana como la catalana, de importante peso exportador.

Catalanes y valencianos tenemos mucho más que nos une de lo que nos separa, tanto en la economía como en la cultura y el territorio. Nuestra unión como espacio estratégico del Mediterráneo en España nos hace mucho más fuertes y dinámicos, con más potencia como territorio. Como área económica, podemos llegar a componer un centro de excelencia de actividades productivas, implantando acciones comunes en innovación, dotación de infraestructuras o formación del conocimiento avanzado, al igual que lo han hecho otras macro regiones europeas como la zona del Danubio.

Las empresas requieren soluciones a través de la cooperación institucional dentro del alineamiento Unión Europea-Estado sspañol-comunidades autónomas. Romper ese vector-fuerza tendría efectos devastadores en Cataluña y en el Arco Mediterráneo español. Por eso digo no a la independencia. Los empresarios no podemos ser indiferentes a lo que sucede en Cataluña. Mediante diálogo y consenso habrá que encontrar un punto de encuentro que permita que Cataluña siga dentro del Estado español.