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Nave sin capitán no llega a puerto

Hipocresías aparte, la primera política internacional de un país, en este caso la UE, consiste en mantener sus fronteras. La principal amenaza de las de Europa es por el sur, debido a la acción combinada del empuje del islamismo y la presión migratoria. Si Europa, además de tener clara esa obvia política creyera en sus propios valores, se aplicaría a fomentar el desarrollo humano (económico, social, cultural) de los países pobres, empezando por esos vecinos del sur, que pueden hacer de colchón protector. Si además de todo lo anterior hubiera una entente de la Unión con sus propias empresas, se obtendrían las ventajas de los nuevos mercados de esos países, con beneficio mutuo. El planteamiento de Juncker, secundado por Rajoy, parecería ir por ahí, pero el problema estriba en que Juncker no preside un verdadero gobierno europeo capaz de diseñar una ambiciosa política y de ejecutarla.

Infelices europeos. Según un estudio difundido tiempo atrás, Europa es el continente en el que la gente es menos feliz, mientras que el más feliz es África. Sorpresa, y un duro golpe al Estado de Bienestar, que en plenitud sólo existe en Europa. Preguntas: ¿será que el bienestar no proporciona felicidad?, ¿será que si la mayoría de la gente no conoce la falta de bienestar no lo disfruta?, ¿será que la instrucción y el conocimiento, que nos hace enterarnos mejor de lo que hay, es fuente de infelicidad?, ¿por qué acucia la presión migratoria desde África, si en Europa la gente no es feliz? La verdad es que yo no iría por ahí, sino por el asunto de la edad, y no tanto por la pirámide demográfica envejecida como por la vejez de Europa, que tiene demasiada historia a sus espaldas. Es proverbial que de mayores nos hacemos malhumorados. Por cierto, Europa empieza en Grecia, según la encuesta el país menos feliz del mundo.

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