La imagen que ofreció el Congreso el pasado miércoles, con poco más de 60 diputados y senadores cuando se iba a tratar una cuestión tan fundamental para los intereses de los valencianos, como es su financiación, resulta desalentadora. Como denunciaba Levante-EMV, parece que este debate clave para los valencianos no resultó lo suficientemente atractivo para concitar la presencia de algún miembro del Ejecutivo, el presidente Mariano Rajoy, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, o Alberto Garzón. Y en este punto, aunque pueda parecer sorprendente que tengamos que agradecer algo que debería de ser lo habitual, es necesario reconocer que la exalcaldesa de Valencia asistió, siendo quizás la única excepción a un largo listado de ausencias.

No se han hecho bien las cosas en este primer intento de asalto a las instituciones y conciencias de Madrid, y quizás estos errores nos sitúan en una posición de futura debilidad. Cuando estamos ante una iniciativa que lleva en el cajón de los olvidos cuatro años, y que además no podrá ser aprobada en esta legislatura, habría sido aconsejable aplazar su debate para después de las elecciones generales. Los reproches entre los miembros de la delegación valenciana, posicionamientos partidistas, ausencia de representantes de la sociedad civil y el colofón en la falta de coordinación en la agenda del president Puig, conforman un sinfín de errores e improvisaciones que no podemos permitirnos.

Al margen de todo ello, y aunque no soy partidario de ese discurso, la foto fija de ese Congreso vacío parece decirnos que en este país tienes que llenar las calles de personas con esteladas para que nuestros políticos tomen nota. Desde Madrid se están ninguneando sistemáticamente las legítimas reivindicaciones valencianas. Hay que seguir trabajando, pero ahora se hace necesario exigir a todos y cada uno de los grupos políticos una explicación por lo sucedido, a la par que unas disculpas por una actuación totalmente reprobable y que no puede volver a producirse.