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Nacionalidad histriónica

Me enchufo el telediario y veo a Mariano Rajoy tomando cañas „así se «humaniza», dicen sus dircom„. A continuación a un gendarme húngaro persiguiendo a un refugiado sirio como en el «El Planeta de los Simios», la de Charlton Heston. Ni un breve de la «trascendental» reforma del Estatut de la CV. No sorprende. La semana nos ha dejado la prueba indeleble de la magnitud real del poder valenciano y la sospecha de que estamos peor de lo que pensábamos. El Congreso de los Diputados estaba más vacío que Mestalla cuando se rindió a Hulk y ningún representante de la clase política nacional se alargó hasta la Carrera de San Jerónimo para acompañar a los representantes de los valencianos en la tramitación de la reforma estatutaria. Sí, de nuestra carta magna, la de la cuarta autonomía en población con el 12 % del PIB.

Vacío. No es que la excursión de políticos valencianos a Madrid fuera «fum de canyot» „en descriptiva expresión del diputado Balldoví para definir el proceso„. Es que pasadas las horas y con mayor perspectiva la iniciativa roza incluso lo contraproducente. Si se pretendía dar visibilidad a la reivindicación, testar la reacción de los «jefes» de Madrid y medir el impacto mediático generado, «a la primera cullerà, mosca». Allá que viajó en tropel lo más granado de nuestro «establishment» para abrigar a los ponentes, recordando los gloriosos éxodos de Fitur. Ojalá algún día se caiga en la evidencia de que a Madrid, si hay que ir, ha de ser para obtener la atención de los medios de comunicación de allí y la complicidad de los políticos de la villa y corte. «Ir pa ná, es tontería».

Error de contexto. El ensimismamiento y la endogamia han rozado lo patético en esta ocasión. Llenar „es un decir„ de valencianos el Congreso que van y vuelven en AVE para aprobar una reforma parlamentaria inaplicable nos hace sospechar que nuestros políticos piensan que la mayoría de la población es ágrafa. El «problema valenciano» no es exclusivamente el agravio financiero del Estado. El problema valenciano son sus representantes, la invisibilidad y el conocido déficit reputacional. A una semana vista de las elecciones catalanas, cuando en España se ventila la integridad territorial del Estado, ¿a nadie se le ocurrió que el guateque en el parlamento suena a hueco, futil e inapropiado en este contexto temporal?

Anestesia. La indiferencia general ante el intranscendente trámite y el utópico blindaje de las inversiones en la CV no debería sorprender a tanto cronista. Ha sido mucha la anestesia que PP y PSPV han inoculado en el vial del enfermo y este está tieso. Tantas décadas almibarando los agravios, relativizando las reivindicaciones, subyugando el interés ciudadano a la aritmética individual o partidaria, hocicando para buscar prebendas en Madrid, ofrendando sin obtener nada a cambio que, en definitiva, nos han perdido el respeto. Y todavía hay quien se pregunta por qué la CV lleva siendo la última en sanidad „este año la penúltima sólo superada por Canarias„ y en educación 5 años ya y también se sitúa 13 puntos por debajo de la renta per cápita española.

Idea fuerza. Ahora Ximo Puig «enhebra complicidades» y está por ver si mantendrá el tipo en un hipotético escenario con Pedro Sánchez como presidente del Gobierno a partir de diciembre. Parece que, además, para hacerse respetar fuera y poder responder a las gracias de Montoro, debe respetarse primero uno a sí mismo. Para cambiar el paso, Ximo Puig y Joan Ribó repitieron el lunes en su reunión el mantra de que hay que «coser la C. Valenciana». Esa idea fuerza „bienvenida„ debe ser el primer paso. No obstante no serán los primeros que lo intentan. «Vertebrar la CV» es la montaña de Sísifo de todas las administraciones que se han sucedido. Machihembrar las distintas formas de ser valenciano es una tarea de titanes porque el nuestro es un territorio pequeño que en su diversidad interna parece más bien una macrorregión de las que teoriza con solvencia JV Boira.

Historia. ¿Cómo piensan hacerlo? Lerma hizo reverdecer aldeanismos atávicos en el sur en forma de alicantones. Zaplana sí. Zaplana intentó corregir el asunto desde la marginación positiva, «to the north by the northwest», a Valencia por Alicante. Decenas de sureños ocuparon cargos públicos en el «cap i casal», se invirtió lo indecible para sofocar los agravios sobre puertos, ferias y aeropuertos con Terra Mítica y la OAMI. Junto a alguna gran idea desfilaron otras hipérboles mal gestionadas. La terapia de choque acabó como «el ball de Torrent» y tras la fiesta las cosas siguen igual. El alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri, le ha dicho a Puig que tiene que invertir más en Alicante que en Valencia. Pues eso.

FLORENTINO EN EL CIRCUITO

La CV está peor que Catalunya, ha dicho Ximo Puig. Tiene razón pero en su mano está darle la vuelta al retrato. La inauguración de la Marina de las Empresas esta semana es toda una muestra del empuje emprendedor de la sociedad valenciana, pero la solución no pueden venir de cruzadas individuales como la de Juan Roig. Es necesaria la introspección y la autocrítica para ganar reputación y huir del papanatismo. Recientes gestos prueban que el problema también es interno. El Circuito de Cheste ha adjudicado „en buena lid„ la contrata del personal eventual a una empresa de Florentino Pérez y será la compañía del presidente del Real Madrid la que gestione esa parcela del velódromo y no un operador valenciano. Sanidad ha nombrado directora de La Fe a Mónica Armiñana, senadora catalana del PSC. Como si no hubiera médicos en la CV. Antes de empezar a pedir fuera, arreglemos la casa dentro.

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