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Vicente

Monarco-republicana

Viendo el otro día a Felipe VI con Obama no pude evitar de pronto sentir una sensación de orgullo ante la que yo misma me asombré. Republicana teórica, he defendido una y mil veces en las comidas familiares y las tertulias de amigos la obsolescencia de la monarquía una vez cumplida su función en la Transición.

Las cacerías y excentricidades de los últimos años del mandato del rey Juan Carlos no hicieron más que reafirmarme en esta convicción y, sin embargo, ahí está, me pongo frente a la tele y me hincho como un pavo viendo las imágenes del rey charlando con el presidente de los Estados Unidos, saludando a John Kerry o glosando los beneficios de invertir en España ante los empresarios en Washington.

Es verdad que el paseíto de Letizia con Michelle Obama por el huerto de la Casa Blanca cogidas del brazo chirría un poco, pero luego compensa con la seriedad y profesionalidad con la que la reina aparece visitando el Instituto Nacional del Cáncer para conocer a los investigadores españoles. Como dice mi madre, a esta pareja da gusto verla; tan delgados, tan estilosos, tan guapos y tan profesionales. Letizia con su media sonrisa perpetua parece manejarse perfectamente en su papel de consorte manteniendo su personalidad y, en apariencia, suma más que resta a la monarquía, al menos por ahora. En cuanto al rey, nació para esto, así que no es extraño que con su conocimiento de idiomas, sus estudios y su preparación, además de su físico, deje en buen lugar a su país allá donde va.

¿Qué me pasa? ¿Me he hecho monárquica? Creo que no. Como institución, la monarquía sigue siendo difícilmente defendible en el siglo XXI, pero igual que la mayoría de españoles nos hicimos juancarlistas la noche del golpe de Estado de Tejero, a lo mejor lo que pasa es que me he hecho felipesextista y he mudado la teoría republicana por la obvia efectividad de esta atractiva pareja que nos va representando por ahí sin estridencias y que traslada una imagen de España moderna, renovada, fresca y seria. No es poco frente a la crisis, corrupción y propuestas separatistas con las que últimamente nos damos a conocer más allá de los Pirineos.

Dadas las escandaleras que han protagonizado algunos de los miembros de nuestra clase política, la estabilidad que representa la actual monarquía española es un punto a su favor. Por lo menos, mientras tengan gestos como bajarse el sueldo, repetir vestidos y no hacer más ostentación de la necesaria de un cargo que se les regaló pero que han de ganarse cada día para darle sentido.

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