No sé si porque lleva años jugándose las habichuelas en la competición más exigente y porque eso le hace estar entre nosotros solo de visita pero el caso es que, por encima de sus dotes en la cancha, lo que más impresiona de Pau es la sensatez y el sentido común que exhibe cuando no está en ella. Nada más acabar con Francia -la verdadera final-, cuando las pulsaciones de los telespectadores hacían eses a pesar de no haber estado fajándose bajo la marea blue, le metieron los dedos acerca de la actuación arbitral y dij0: «Es una cuestión que nosotros no podemos controlar. Durante el juego lo que tenemos que hacer es no desconcentranos, apretar el culo y ser capaces de desplegar las virtudes con las que el equipo sabe que cuenta». Virgen santa.
Horas después, el que rige los destinos del territorio en el que el supercampeón vio la luz, se puso ante el micrófono con su camisa bien planchada y el pelo perfectamente colocado en un acto previsto con días de antelación y, ante un público nada contrario sino adicto, a lo que exhortó Artur Mas a los allí presentes fue a propinar un gran corte de mangas a todos los rivales. Igual aprecian una cierta diferencia de comportamiento. En respuesta, el gobernador del Banco de España ha saltado al ring para advertir a los paisanos del que le ha dado el título a la selección española de baloncesto que como se independicen corren el riesgo de entrar en el corralito. Hombre, el representante de una institución incapaz de activar el mecanismo de defensa previsto para que parte del sistema financiero no se viniese abajo debería ser algo más prudente en sus pronósticos durante unas cuantas temporadas. Y teniendo en cuenta que Gasol es favorable al derecho a decidir de Cataluña y que su manera de proceder sí aglutina, la pregunta es qué hacemos con los otros. No sé. Cuanto menos jueguen, mejor.
