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Martí

Sin revolcón intelectual

La inexplicable ausencia del presidente valenciano, de vacaciones en Menorca, o de la presidenta en funciones en el funeral de Rafael Chirbes apuntan a otro Consell poco leído

La inexplicable ausencia del presidente valenciano, de vacaciones en Menorca, o de la presidenta en funciones en el funeral de Rafael Chirbes apuntan a otro Consell poco leído. Nadie mejor que el escritor de Tavernes encarnaba los valores de libre pensador, ajeno a los intelectuales orgánicos refugiados en las subvenciones gubernamentales, mande quien mande. Chirbes, el mejor novelista valenciano en castellano en lo que llevamos de siglo supo retratar la amarga cotidianidad con un compromiso de justicia social. Pero ni Ximo Puig tuvo a bien coger una avión, ni Mònica Oltra, acercarse a Dénia, donde además los familiares y amigos del autor de En la orilla y Crematorio anunciaron la creación de una fundación con su nombre. Ambos anduvieron muy lentos de reflejos.

Desaciertos al margen, esperaba una revolución en la gestión cultural, toda en manos de la coalición de la vicepresidenta. En cambio, se ha optado por un perfil funcionarial, bajo en la mayoría de los casos, no sé si por austeridad o incapacidad, pese al programa estrella, con toda la cultureta movilizada y en espera de destino. Antes de las elecciones y pocos días después, conocí hasta cuatro consellers de Cultura in pectore. Verdad que el repartidor de cargos ya estaba de capa caída entre los suyos, y que hasta el último suspiro Oltra quiso apartar de su vera el contubernio de artistas varios, poetas nocturnos y escritores de medio pelo. Más lo que cuelga; ayudas editoriales, distinciones y juegos florales. Los conoce demasiado, pensé.

Su orden de prioridades es notorio, aunque sorprende en alguien que se reconoce en la figura de Salvador Allende. Así que Compromís está muy lejos aún de la revolución intelectual de Allende, éste si recordado en el Palau en acto oficial el pasado 11 de septiembre. Durante el corto periodo del gobierno chileno de Unidad Popular, la creación artística conoció su máximo esplendor. Allende, además, mostró un alto valor y respeto a la libertad de expresión, a veces en contra de sus correligionarios. El compromiso de artistas e intelectuales chilenos vinculados a la izquierda se expresó entonces en la denominada «Operación Verdad», que desde posiciones muy dogmáticas argumentaba la profunda convicción de que la razón estaba de su parte, al tiempo que provocó la exaltación de la llamada «cultura popular». Una mala gestión muy tendenciosa llevó, ya cerca de la muerte, al escritor chileno Luis Oyarzún a escribir en su diario personal, «la Unidad Popular está haciendo cada día más odiosa a la música folclórica que, en su forma campesina, casi siempre corresponde a un Chile feudal que ya no existe».

Chirbes tenía mucha confianza en el cambio político valenciano, pero estaba en estado de alerta para no repetir errores chilenos. En cualquier caso, Xavier Aliaga en el último número de El Temps, rescata declaraciones suyas en sendas entrevistas a L´Espill y Valencia Plaza que puede considerarse su testamento: «No sóc nacionalista, però com a parlant d´una llengua minoritària, t´assegure que m´ofèn qui ofèn i castra la meua llengua materna, qui menysprea les maneres de viure de la gent entre la qual vaig nàixer». «Tampoc aguante les quadribarrades, les colles, les falles i les calçotades, i em saturen la samarreta, la dolçaina i el tabalet».

El Consell debe leer más a Chirbes y preservar la memoria de su fundación.

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