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Cinco en apuros

En torno al 2011 hubo un momento prodigioso de nuestra historia reciente en el que el país logró sacudirse la resaca que siguió a la larga fiesta de las burbujas (inmobiliaria, financiera, periodística y otras) y€ rompió aguas: fue el 15-M, la Primavera Valenciana, la primera manifestación „sin partidos, convocada por la Red„ contra la corrupción y el abrupto fin del último mandato de Francisco Camps, naufragado en su armario ropero.

Les Corts que invistieron al señor de los presentes impropios y que, como se supo después, amparaba, lo mismo que sus iguales en Madrid, Sevilla o Palma (o el ayuntamiento del cap i casal), más artistas del pelotazo que el trinquete Pelayo, esas Corts, digo, vivieron diversas manifestaciones de protesta y algunos incidentes que se saldaron con varios detenciones, incidentes por los que ahora han sido condenados María G y cuatro personas más a penas que van de los 13 a los 23 meses de cárcel, multas aparte. María G tenía entonces 18 años. La propia sentencia reconoce que no hubo intención de allanar el Parlamento (lo que sería muy grave) o fracturas o desgarros entre los agentes o los detenidos, es decir que todo fueron zarandeos, de esos tan clásicos entre nosotros que creemos albergar un Cid Campeador en el pecho.

Como he sido joven y no me gustaría dejar de ser rebelde ante la delincuencia política, sé con qué facilidad se confunde el objetivo de la lucha con una pendencia personal con la policía. Error: un error que les encanta a los sobrecogedores. El arresto domiciliario, la multa o la pena simbólica parecen más condignas de la naturaleza de los hechos que el extremo rigor aplicado a los cinco. Porque este país se ha acostumbrado a ser libre y el movimiento València sense Mordassa lo va a proclamar hoy en un acto en los Viveros en el que habrá música y apoyo a los cinco y se proclamará que las prerrogativas de la policía „hace no mucho murió un PL sin chaleco antibalas„ nunca pueden levantarse a costa de los derechos ciudadanos. Y que la sociedad funciona con confianza, pero la confianza, también hay que ganársela.

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