Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Mar de plástico

La Guardia Civil está de moda. Y, al menos en la tele, es para bien. La Benemérita es protagonista en la serie policiaca Mar de plástico, el estreno más anunciado y exitoso de la nueva temporada. Mientras que Olmos y Robles visten el uniforme verde en La 1, Rodolfo Sancho es un agente de paisano en Antena 3. A los guardias civiles les intuyo muchísimas posibilidades en pantalla, más allá del tópico, desde que José Sazatornil persiguiera con tricornio al plagiador de Faulkner en Amanece que no es poco.

El caso es que Mar de plástico ha arrancado con enorme audiencia, impulsada por el ya inevitable estreno multicanal. Lo primero a alabar es su gusto por una fotografía quemada bajo el sol de Almería y con logrados impactos visuales, en la línea de La isla mínima y True detective. La historia policial tiene interés y se acompaña de tramas secundarias con la explotación laboral a los inmigrantes como mar de fondo. La política municipal corrupta, el pelotazo empresarial, la xenofobia y la marginación tejen un paisaje conocido, aunque con los variados acentos andaluces se meten en un jardín.

Una serie con virtudes de superproducción, pero con algunos complejos repetidos en la ficción televisiva española. Aparte de contar demasiadas cosas en los avances promocionales, también se empeñan en guiar en exceso al espectador para que no se pierda. Tampoco Rodolfo Sancho es el actor más poliédrico, por mucho que su éxito como galán televisivo le avale. Que el guión lo lleve a practicar interrogatorios exprés sin parar tampoco ayuda a su credibilidad. Como tantas veces, los secundarios de lujo imponen su ley y Pedro Casablanc se adueña de cualquier escena antes incluso de abrir la boca.

Compartir el artículo

stats