Para empezar debo aclarar que no estoy en contra de los impuestos, que son la mejor garantía de nuestra vida civilizada. Sin embargo después de toda una vida acostumbrado a que el Estado siempre esté presente llevándose la quinta parte del valor de todo lo que uno trabaje, compre, venda, alquile, consuma, se divierta o negocie, pensaba que ya estaba en paz con mis obligaciones sociales.

Pero estaba equivocado. El Estado tiene el gran negocio montado en torno al jubilado. Porque si el montante de las pensiones es de 122.000 millones de euros al año, el Estado nos retiene unos 20.000 millones en concepto de IRPF sobre dicha cantidad, como si un pensionista generase rendimientos sobre un hipotético trabajo profesional. Poca pensión pero con el impuesto habitual. Pero aceptemos que hay que seguir colaborando, aunque analizando lo que ocurre.

Y ocurre un segundo problema sobreañadido. Resulta que sorprendentemente el Estado hace el gran negocio con los jubilados, porque lo lógico sería que esos 20.000 millones generados por el IRPF de nuestras pensiones retornaran a engrosar el capital del fondo de las pensiones, Pues no es así.

El Estado se apodera de ellos y los traslada al Presupuesto General para pagar lo que sea, mientras se lamenta de que tiene que echar mano de la hucha de las pensiones para pagar las pagas extras. Si ingresara el IRPF de nuestras pensiones donde corresponde, que es en nuestro capital, podría evitar el recurrir todos los años a nuestra hucha, e incluso podría hacer algo más, como evitar ese machismo estatal de considerar a la viuda como una mediopensionista, al recortarle el 48 % de la prestación al fallecer el esposo, por aquello de que la mujer es solo una medio ciudadana. Vaya ejemplo institucional de igualdad de sexos.

Pienso que sería mejor menos listas cremallera y un concepto de igualdad económica con la mujer viuda, que a la tristeza de su aislamiento y cambios de vida tras perder a su compañero, ha de añadir la angustia del recorte de la mitad de sus ingresos, en un tijeretazo discriminativo y repugnante. Es verdad que así se dura menos.

De modo que el dinero de los jubilados para los jubilados que es donde debía volver y el del Estado para el Estado, acabando para siempre con ese saqueo de unos fondos sagrados y solo destinados a ir mejorando progresivamente las prestaciones. Que al Estado ya le dimos el fruto de lo mejor de nuestras vidas y las cotizaciones que aportamos y sus rendimientos deben ser exclusivamente nuestros.

Ya ven que sencillo es. Pues por eso no lo harán. Y así conseguirán que un día los jubilados irritados decidan intentar ir a por el poder, lo que sería peligroso porque somos millones suficientes para ganar cualquier elección sin problemas.

Y además entre nosotros hay gente mejor preparada que muchos políticos, porque tenemos profesionales de todos los sectores, cargados de experiencia, cosa que hace mucha falta en política.

Y no crean que todos tienen más de 70 años, que es frecuente ver prejubilados en plenas facultades con menos de 50 que pueden soportar campañas y debates como nadie, porque su frustración es su mejor estimulante. Y es que con hechos tan indignantes como el que comentamos, con Podemos aún no se han terminado las posibilidades políticas en España.