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"Spain through the looking glass"

Una señora rubia, sencilla a la par que elegante, con una hija guapa, se sienta enfrente, en el autobús 2, hasta la Gran Vía, y le pregunto a la pequeña si ha leído Alice (son inglesas). Se la recomiendo, está en la edad y ahora se cumplen 150 años y la Pierpont Morgan Library lo celebra con una exposición. Un día, Emma Cohen me regaló la versión española; otro día Bruno Broseta me dio la edición en inglés de AliceThrough The Looking Glass (y qué dedicatoria). Los senté juntos a los dos a cenar, eso sería una novela si quisiera. ¡Qué noche la de aquel día...!

Pero ahora lo que nos ocupa es que España, el Estado de las Españas, ha atravesado el cristal, no sé si se ha roto la nuca o los cuernos, y ha caído en mitad de la calle (Marx sobre la crisis del 48). Ignoro quién recogerá los pedazos rotos del espejo cóncavo-convexo (gracias Valle-Inclán).

La gente no quiere saber que España está débil, que es un enfermo más de Europa, como lo fue el Imperio Austro-húngaro más de cien años hasta 1914. Pero no tenemos La Viena de Wigensttein (y nada de Suzy). La cultura española está debilitada, parecía fuerte ante la dictadura, al final (lo dije ante los embajadores en una conferencia en París en 1999 en la universidad francesa).

Por eso no hay pensamiento, ni hay conceptos, todo es diarrea y delirio (ver Deleuze, en Pre-Textos). Sin herramientas es imposible analizar nada, sólo repetir la letanía (y a mí me gusta en latín) y los reyes godos. Estamos instalados en la tautología interminable de los que no piensan, sólo son repetidores, y con mala oratoria. «Oigo Patria tu aflicción y escuchó el triste concierto que forman tocando a muerto», la campaña y la televisión. No producimos política, insisto; oratoria huera, de impotentes y de guiñol de plaza barato. Y salen los polichinelas a cantar el Cara al sol (no está mal escrito pero fue rubricado con sangre: un millón de muertos. ¿Ustedes gustan? Más picadillo de subnormales).

Lo de Cataluña no es nada, que vayan donde quieran, sin ese lastre los valencianos (por poner un ejemplo que me incumbe) seremos más libres: estábamos como dependientes (volveré sobre esta servidumbre desde los años 60 del siglo XX). Con cupo, con frontera o con abismo instalado hace más años de los que creen, con Franco la cultura era una aquí y allá. Los intelectuales de allá habían sido franquistas, peor, falangistas y cobraban. De aquí no hablo hoy.

Se hacen cábalas y miran la bola y solo ven niebla, o venden humo, todos, desde su nulidad probada (a izquierda, derecha y los nuevos, ¡ai, las!, de nuevos nada). Dirá: una opinión pesimista. Bueno, ya tienen la publicidad de la felicidad y del consumo, que tira del mercado alicaído. No tenemos modelo, no tenemos programa, tenemos objetos, fetiches, símbolos. Así de mareados vamos, ustedes y yo. Consumidos y quemados, nos consolamos en la orgía del consumo y la logorrea(ésta lo parece y no lo es).

¿Quién ganó lo que se jugaba? Las multinacionales a las que damos el imperio terrenal, seguro.

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