En la pasada semana hemos asistido otra vez a pronósticos del tiempo inciertos y, en buena parte, fallidos. Se anunciaron lluvias entre finales de la semana pasada y, sobre todo, en los tres primeros días de ésta, que acabaron cayendo pero no exactamente donde se habían previsto en un principio ni con la intensidad anunciada. Algunos es posible que se alegraran de estos «errores», que podían haber dado muchos problemas, pero otros se han, quizás debería decir nos hemos, sentido defraudados. No obstante, los que entendemos algo de esto, nunca hay nadie que entienda mucho, ni aficionados ni profesionales, sabemos que esto podía pasar. Las borrascas atlánticas son como esas personas predecibles, metódicas, que tienen un horario estricto y lo cumplen a rajatabla. Por este motivo las previsiones que tienen que ver con ellas se cumplen casi al segundo, como vamos a poder comprobar los primeros días de la próxima semana. No obstante, las borrascas mediterráneas, especialmente las que se gestan en vaguadas retrógradas, son como las personas de vida disoluta, impredecibles, sí, se sabe que la van a acabar liando, pero uno no sabe exactamente, hasta que queda muy poco tiempo, ni exactamente dónde ni en qué medida. A esto hemos de sumarle que, contra lo que muchos piensan, los modelos informáticos de previsión no son mágicos, se basan en estadísticas pasadas y en radiosondeos constantes. Evidentemente, la borrasca que nos acabó afectando menos de lo esperado en el sudeste y más en Cataluña, Castellón o Baleares, emergió desde el norte de África y la falta de radiosondeos en ese entorno explica en parte el error de los modelos a medio plazo y sus divergencias en la interpretación sinóptica. Ante esto, aunque sí acabó lloviendo de forma torrencial en algunos puntos, no lo hacía en otros casi contiguos, y salía entonces la manida pregunta: ¿Por qué no ha llovido en mi pueblo si estábamos en alerta? Menos mal que los obsesionados con los cohetes antigranizo, las avionetas, los chemtrails y demás enemigos del pueblo, han encontrado un aliado en el Delegado del Gobierno en la Región de Murcia que ha pedido «que el Fiscal investigue por qué no llueve en Murcia». ¡Manda huevos!, que estudie Geografía y Climatología, que revise los registros pluviométricos históricos, que mire su paisaje, y alguna explicación encontrará.